El arqueólogo Ildefonso Ramírez González, que dirigió la excavación de la necrópolis de Memoria de Menacho, defiende la existencia documentada de tres cementerios islámicos en Badajoz: el del Baluarte de Santiago, (Maqbara Al Marda o cementerio de enfermos, no de leprosos, como algunos entienden), el cementerio principesco en la alcazaba (la Rawda) y un cementerio de mártires donde estaba el cuartel de La Bomba, cuyas lápidas se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Ildefonso Ramírez impartió anoche una conferencia sobre El ámbito funerario del Islam. El caso de Badajoz , dentro del ciclo con motivo de Al-Mossassa Batalyaws.

Existen textos islámicos que mencionan la Maqbara Al Marda de Badajoz y diversos historiadores lo traducen como cementerio de los leprosos. Sin embargo, Ildefonso Ramírez cree más correcto definirlo como cementerio de los enfermos. Los árabes contraponían la muerte por enfermedad a la que sobrevenía de repente o por martirio. Según este arqueólogo, existen enormes posibilidades de que el cementerio del baluarte de Santiago fuese la Maqbara Al Marda.

El problema, según este arqueólogo, es que hay muy pocos textos islámicos que se conservan; los existentes se encuentran en El Cairo, Irán o Irak y no hay investigadores que estén trabajando sobre el tema. Los estudios realizados sobre los cuerpos descubiertos no dicen que fuesen leprosos, pero ninguno de ellos murió de forma violenta y la tipología de las tumbas no da a entender que fueran mártires. Estos sí se encontraban a 300 metros, en el cuartel de La Bomba.

EXTRAMUROS

El cementerio de Memoria de Menacho era urbano, extramuros, pues la muralla medieval iría por Ramón y Cajal. Esta necrópolis data del silo XI y se estuvo utilizando durante 200 años, hasta finales del siglo XII, según se demuestra por las monedas y cerámicas encontradas. Fueron hallados 342 cuerpos, el 40% cubiertos de tejas. Todos los restos están en el Museo Arqueológico Provincial.

Pero además existe una segunda necrópolis, sobre la que no se ha trabajado y que en su momento fue publicada por Leopoldo Torres, un prestigioso historiador, que confirmó la existencia de la Rawda de la alcazaba, en la iglesia de Calatrava, ya en ruinas. Se trata de un cementerio principesco, para la jefatura del gobierno de Badajoz, que nunca ha sido excavado. Aquí habría pocas inhumaciones. Ramírez apunta que todas las grandes alcazabas --y Badajoz es una de las mayores de la península Ibérica-- tenía su Rawda propia.

El de la Bomba salió a la luz cuando en el siglo XIX los militares hicieron obras. A bastante profundidad hallaron restos de huesos humanos y dos lápidas espectaculares que hablaban de los mártires. De este cementerio ya no queda nada en el lugar.