El primer arzobispo de Mérida-Badajoz, Antonio Montero, recibió ayer un emotivo homenaje durante la celebración de la Misa Crismal con motivo de sus bodas de oro episcopales. Seis obispos y un cardenal, además de 200 sacerdotes, acompañaron al arzobispo emérito, que también logró reunir al presidente y expresidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, al alcalde y exalcade de Badajoz, Francisco Javier Fragoso y Miguel Celdrán, y al exalcalde de Mérida, Antonio Vélez, en un breve acto posterior para felicitarlo.

Montero, de 90 años, estuvo acompañado por sus hermanas y se mostró sonriente y agradecido con todos por este reconocimiento. El arzobispo de Mérida-Badajoz, Celso Morga, destacó en su homilía que Montero ha sido un sacerdote y un obispo «fiel» y un «modelo» que trasmite un «testimonio vivo de vida cristiana y sacerdotal». Al final de la Misa Crismal, en la que se bendicen los santos óleos y el crisma y los sacerdotes renuevan sus promesas, Morga pidió a la Virgen de Guadalupe, de la que le impuso una medalla, que «ilumine» el camino del arzobispo emérito muchos años más.

Vara y Fragoso coincidideron al destacar la personalidad de Antonio Montero, cuya labor pastoral ha dejado «huella» en la región. El presidente de la Junta alabó su capacidad de diálogo y consenso y las «ilusiones» que despertó en relación a que Guadalupe pasara a una diócesis extremeña, que Vara confió que ocurra en el futuro. Fragoso, por su parte, señaló que Antonio Montero pasará a la historia como primer arzobispo de Mérida-Badajoz y puso en valor su labor para que resurgiera el seminario diocesano y su contribución a las Cáritas.

Clotilde Montero, hermana de ‘don Antonio’ como se dirigían muchos pacenses a él, agradeció este reconocimiento a los extremeños, de los que se siente uno más, aunque naciera en la localidad granadina de Churriana de la Vega.