El arzobispo de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, monseñor Antonio Montero, celebró ayer en la capital pacense una ordenación poco habitual, la de un hombre de 53 años de edad, junto a otros cuatro jóvenes, como diáconos. Gregorio de Prado Carrasco, vecino de la localidad de San Vicente de Alcántara, recibió la orden sacerdotal la mañana de ayer, en la catedral metropolitana de San Juan Bautista, después de cuatro años de formación en el Seminario Mayor de San Atón, y tras abandonar su antiguo trabajo en una sucursal bancaria, como auditor, primero, y como interventor después, en Alburquerque.

Gregorio explicó a Efe que consideraba su vocación tardía como "un paso importantísimo y definitivo" en su vida. Después de 23 años trabajando en una entidad bancaria, renunció a los 49 años a su cómoda situación económica y social para ponerse al servicio de la iglesia católica y de los cristianos de la diócesis.

"Asumo los derechos y deberes de mi nueva condición de clérigo y lo hago para servir al pueblo de Dios, a la comunidad, con toda mi entrega", indicó.

Este vecino de San Vicente de Alcántara es una persona muy popular y querida, tanto en su pueblo como en el vecino Alburquerque, donde trabajó durante siete años. Actualmente comparte sus estudios en el Seminario Mayor de Badajoz con un grupo de jóvenes compañeros que, por sus edades, podrían ser sus hijos.

La pastoral la realiza hasta el próximo mes de mayo en Arroyo de San Serván y posteriormente se ordenará presbítero.