Los dos planes generales que ordenaron y ordenan el diseño urbanístico de Badajoz se aprobaron en 1989 y 2007. Ambos salieron adelante bajos dos gobiernos municipales (PSOE y PP) y después de varios años de discusión y los correspondientes plazos de información pública para que los ciudadanos, organizaciones, colegios profesionales, asociaciones y quien lo deseara (como así hicieron muchos) pudieran reclamar, matizar, denunciar, reivindicar, exigir o promover cualquier tipo de alteración a lo redactado en dichos planes.

Ahora, 24 años después del primero y 6 años desde que el segundo está vigente, descubrimos que la ciudad cuenta con un tesoro patrimonial, con una muestra singular de la excelencia creativa del género humano, con un vergel cuajado de interesantes propuestas arquitectónicas y medioambientales. Un vergel, por cierto, que los más atrevidos califican de "pulmón de Badajoz" cuando se encuentra a las afueras.

Pero la realidad, debe ser contada al completo. Aquello fue un espacio natural de indudable valor y tamaño, es cierto, pero de eso hace más de medio siglo y nadie se ha preocupado por su degradación ni se ha escandalizado cuando el tiempo y otras circunstancias lo han ido reduciendo a lo que hoy es: una arboleda para el debate pero sin demasiados datos fehacientes que evidencien el alto valor que algunos quieren adjudicarle. Nadie se acordó ni en el 89 ni en 2007 de alegar en su favor, de defender sus esencias, nadie. Ni particulares ni asociaciones civiles ni defensores del entorno natural ni amantes de los campos de Extremadura. Nadie. Ni siquiera a alguno de todos esos que están a todas, que se las saben todas y que tienen argumentos, conocimientos, razonamientos y firmas como para cambiar el mundo se le ocurrió jamás, ni con los socialistas ni con los populares, reclamar protección alguna a un vergel que ya no lo es.

Resulta curioso, pues, que ahora surja el tema, que se pretenda introducir a empujones en la agenda pública local, que algunos de los que lideran el asunto tengan fama de polémicos y sus ideas y actuaciones siempre hayan generado fuertes controversias, que no se elimine el afán de protagonismo y el conflicto partidista que sobrevuela estas iniciativas y acaban arruinándolas y que no se diga que se trata de una propiedad privada que exigirá sus derechos y, por supuesto, y llegado el caso, compensaciones económicas que acabaremos pagando todos.