Los modernismos y las vanguardias, llevadas al extremo, pueden rozar la horterada y una lógica incomprensión, al menos, por quienes cuestionan el dudoso gusto o sentido empleado por su creador. Sucede con algunas obras de arte, imposibles de apreciar como tal; viviendas decoradas a la última o diseños que vemos en las pasarelas de moda y que por nada del mundo nos pondríamos.

Pues bien, últimamente parece que ser el más chic en restauración, tiene que pasar por identificar de la forma más original posible, el aseo de hombres y de mujeres, de tal manera que es imposible enterarse de dónde debe entrar una para hacer sus necesidades más básicas o bien para, simplemente, mirarse al espejo o lavarse las manos. Tanto es así que en alguna ocasión he tenido que recurrir a meter la cabeza, al azar, en una de las dos puertas, con el riesgo de encontrarme algún señor de espaldas, que más avergonzado que yo, hacía un rápido y convulso gesto de girarse aún más.

El dibujo de un abanico y de un puro, tienen un pase. La peineta y el sombrero, medio se entiende. Con los símbolos genéticos te lo tienes que pensar. Tampoco lo tiene todo el mundo claro cuando se encuentra un simple círculo lila y en la otra puerta uno rojo.

¿Y qué me dicen de la mano de una mujer y una de hombre?. Si no lleva las uñas pintadas- ¿O el cuadro abstracto femenino y masculino? Si ya es difícil descifrar el propio cuadro... Hace unos días me encontré ante una "H" y una "S". ¿H, de hembra o de hombre?, ¿S, de señoras o de señores? Todo era más sencillo cuando simplemente ponía mujeres y hombres. Sí, será muy antiguo, pero no se perdía ni un segundo en descifrar cuál era el baño que debías utilizar. Y lo del tiempo, en este caso, no es tema baladí. A quienes les filtra muy bien el riñón, no están para mucha espera. Y no digamos cuando se sufre de algún ´apretón´.

En agosto estaré de vacaciones. Espero no padecer ningún problema intestinal. Y si es así, encontrarme cerca del bar de la esquina.