De la teoría del caos al no tenemos sueños baratos, hay toda una filosofía de vida que no podemos controlar con las manos y, menos aún, con todo el conocimiento del mundo o una red social. Porque ambos conceptos, el caos y los sueños, aun formando parte de nuestra experiencia vital, son tan desconocidos como el mañana, tan imprevisibles como una tormenta y tan inabarcables como el océano. Hablamos de algo tan sutil como el miedo y la esperanza pero que controlan nuestras conductas con una poderosa capacidad de influencia.

El caos no se puede predecir y, por tanto, tenemos miedo a que la consecuencia de nuestros hechos produzca inestabilidad y abandonamos toda esperanza de alcanzar objetivos para evitar una frustración que consideramos altamente probable. La teoría del caos nos indica que el mundo no funciona como un reloj y el famoso eslogan de la lotería del no tenemos sueños baratos, demuestra que, con suma facilidad, anclamos nuestros proyectos en cambiar de reloj mejor que cambiarle la pila y que esto ocurra lo antes posible. Miramos para otro lado cuando nos hablan del efecto mariposa pero el simple aleteo de un lepidóptero nos puede conducir al caos y, entonces, intentamos mantener cerrada la puerta de la melancolía o el fracaso -que, demasiado a menudo es la misma- abandonándonos a loterías que, tal vez, oculten otras perspectivas de nuestros sueños, el compromiso con otras opciones más asequibles y, sobre todo, una visión más realista del mundo. Muse, en su canción Mariposas y huracanes, habla de la posibilidad de cambiar el mundo a través de pequeños detalles.

Cuando pasamos de un año a otro, es época de balance, reflexión y planes. Nuestro pesimismo racional suele llevarnos a teñir de negro las tres acciones. Ha circulado en estos días por las redes sociales una definición de la palabra asíntota, cuya morfología y semántica, disfrazada de romanticismo, nos puede llevar a engaño: cosa que se desea, que se acerca pero que jamás llega cuando no es más que una infinita línea recta que no nos conduce a ninguna parte o, si acaso, al caos, o sea, a la frustración. Lo interesante, pues, sería considerar que, además del caos, el mundo ofrece otras posibilidades y que los sueños pueden ser baratos sin ser malos.