La regeneración del área de El Campillo es mucho más que un plano en el papel y la discusión sobre el diseño de los nuevos edificios. Tiene nombres y apellidos, porque afecta a todos aquellos que vivían o que aún viven en este entorno. Aunque la Inmobiliaria Municipal, que lleva años gestionando la operación, intenta buscar soluciones para todos los vecinos afectados, muchos hubieran preferido seguir como estaban y se sienten aprisionados por las decisiones que toman otros.

Leonor Adame tiene 67 años y lleva más de 50 años en el número 46 de la calle Eugenio Hermoso. Ahí vivieron sus padres y sus hermanos, que se marcharon cuando se casaron y ella permaneció en la casa, de la que es propietaria. Es el bajo de un inmueble con una altura más, en la que existen dos pequeños pisos que adquirió la Inmobiliaria Municipal «hace 6 o 7 años». La casa está condenada al derribo porque se encuentra en la hilera de la calle que desaparece en el nuevo planeamiento de El Campillo pues está previsto ensanchar el vial y abrir un espacio dotacional. Aunque es antigua, Leo defiende que su casa «no está para tirarla».

Antes de que la parte de arriba la adquiriese la Inmobiliaria Municipal, los pisos estaban ocupados, uno por la dueña y otro en alquiler. Al morir la propietaria, el sobrino las vendió. Leo asegura que desde entonces nadie había ido a revisar cómo estaban hasta que ella dio aviso de que tenía goteras. «Aquí no habían plantado un pie para ver cómo estaban, los compraron y se olvidaron». Cuando lo aquirió la Inmobiliaria Municipal, el piso de la izquierda ya estaba apuntalado y reforzado con tela asfáltica. Desde la inmobiliaria le arreglaron las goteras hace más de un año porque la escayola de su salón empezó a venirse abajo, pero cuando ha vuelvo a llover con intensidad la humedad ha resurgido e incluso cae agua por el punto de luz del salón. Hace unos días han vuelto y han realizado otros arreglos arriba.

Leo está dispuesta a mudarse, aunque no a cualquier sitio. Prefiere que sea en su entorno. Asegura que la inmobiliaria le ofreció una casa en Bravo Murillo, pero ·estaba a medio terminar· y ella tenía que sufragar la obra pendiente. Cobra una pensión de 600 euros y no le alcanza. Su vivienda tiene 200 metros, sin embargo, aceptaría una más pequeña y que esté en un bajo, pues tiene problemas de movilidad en las piernas. Mientras tanto, su casa tiene que estar habitable. La solución pasa por arreglar toda la cubierta. Ella no se niega si la inversión no es muy elevada y teniendo en cuenta que le correspondería una tercera parte. Bastante hace con pintar todos los años la fachada, que le cuesta 300 euros y el ayuntamiento no aporta nada, dice.

Desde la Inmobliaria Municipal, su gerente, Luis Chacón, explica que hasta ahora, en las dos manzanas afectadas entre Eugenio Hermoso y la calle Afligidos «todo se ha adquirido de buenas maneras». De momento no han expropiado porque las actuaciones más inmediatas están previstas en las manzanas de arriba, más próximas a Espantaperros. Chacón defiende que, como con otros propietarios, han hablado con Leonor «ofreciéndole todo tipo de opciones». Ninguna vivienda rehabilitadas en el entorno que le han planteado le ha gustado. Una posibilidad era comprarle su casa y que ella buscase otra u ocupase una de la inmobiliaria por un alquiler económico. Ya han realojado a 30 familias «y siempre están más contentas después que antes», cuenta Elena Olea, directora de la Oficina del ARI.

En cuanto a la casa de Leo, la Inmobiliara reconoce que el problema que tiene es la cubierta, que es un elemento común y esta vecina tendría que pagar la mitad del arreglo. Aunque a la Inmobiliaria no le interesa, lo arreglaría y pondría su parte, «pero está en un sitio en el que todo lo que tiene alrededor no está bien y no merece la pena invertir». Desde la Inmobiliaria Municipal aseguran que le ofrecen «todas las posibilidades». Si acepta irse de alquiler le pagarían incluso la mudanza. Ahora que tiene previsto construir 26 nuevas viviendas, se las volverán a ofrecer, «pero a la carta no, porque las casas del Casco Antiguo son las que hay».