Un auto del Juzgado Militar Territorial 12, de Madrid, según publicó ayer El País, señala a ocho mandos militares como presuntos responsables del accidente del F-5 del Ala 23 de Caza y Ataque de la Base Aérea de Talavera la Real, ocurrido el 2 de noviembre de 2012, en el que falleció el comandante instructor Ángel Álvarez Raigada y resultó herido de gravedad el alférez alumno Sergio Santamaría de Felipe.

Los mandos señalados por la jueza son tres coroneles, dos tenientes coroneles, dos comandantes y un subteniente. Su posible imputación corresponderá ahora a los juzgados centrales, a los que se ha elevado el caso tras seis años de instrucción.

El auto recoge la cadena de negligencias que concluyeron en el accidente del avión, al tomar tierra sin hacer una «prueba de controlabilidad»: tomar altura, desplegar el tren de aterrizaje y reducir la velocidad para comprobar si podría controlar la nave. De haberlo hecho habría comprendido que no había condiciones para una «toma segura» y que había que eyectarse, pero decidió aterrizar pese al riesgo que corrían. Le dijo al alumno: «nos la vamos a tener que jugar».

El intento de llegar a la pista resultó imposible, pues debía acelerar para controlar el avión y frenar para no superar la resistencia del tren de aterrizaje, según el auto referido por El País. Finalmente, el avión cayó y enganchó la valla perimetral de la base.

El auto señala que un mantenimiento inadecuado causó una avería que, según la jueza, «solo debería llevar a que el avión se perdiera, no a que el comandante falleciera y el alférez se lesionara gravemente»; y que el fallo mecánico tuvo consecuencias trágicas por una indebida gestión de la emergencia.

La avería se debió a que la rotura de un disco del rotor de turbina obligó a apagar el motor izquierdo y dañó los mandos de vuelo; un fragmento perforó el fuselaje y otro bloqueó el sistema de profundidad. La rotura fue, según los informes técnicos, por «fatiga del material». Y añade que antes de 2009, el disco ya tenía una grieta, que el jefe de taller debió sustituirlo y no lo hizo. Ni su superior lo controló.

Además, el vuelo fue monitorizado en la sala de operaciones, donde se reproducían en tiempo real sus parámetros, pero nadie advirtió a los tripulantes de que el avión no podía aterrizar y debían eyectarse.

COMISIÓN DE INVESTIGACIÓN / El auto cuestiona a la Comisión de Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares por no investigar la falta de instrucción del comandante, por no percatarse de la presencia del jefe de fuerzas aéreas en la sala de operaciones ni le tomase declaración, y por que empleara como asesor al jefe de taller de motores, a quien la juez ve como posible responsable del deficiente mantenimiento.

La jueza concluye dirigiéndose a la ministra de Defensa para advertir del «grave riesgo» de que puedan seguir operando en los F-5 discos cuya vida útil y mantenimiento se saltaba, al menos hasta el momento del accidente, de lo que advertía el fabricante.