El domingo pasado, tras hacer el trayecto de más de 600 kilómetros de Barcelona a Madrid en AVE en dos horas y cuarenta minutos, y pensando que me faltaban casi seis horas en tren para los 400 restantes hasta llegar a Badajoz, me hice una foto en el AVE con un cartel que ponía "A Badajoz" y la subí a Facebook. Me quedé sorprendido, que lo que fue un gesto divertido de protesta y desesperación se ha convertido en una foto viral, que hasta el momento la han compartido en su muro más de 3.000 personas y la han visto casi un millón de internautas.

Se ha puesto en evidencia que hay muchos extremeños indignados. Que hay más extremeños que no se resignan a que nos tomen el pelo por más tiempo. Que hay más extremeños que no les da igual tardar seis horas que tres para ir a Madrid. Que están dispuestos a pronunciarse públicamente exigiendo algo que no es un asunto de números sino de dignidad regional y de deuda histórica.

Cuando ya prácticamente está toda España conectada por AVE o pendiente de finalizar las obras con plazos comprometidos, empiezan a difundirse informes de los déficits que supone el AVE y que hay que emplear los recursos en otros asuntos más importantes. Pero --qué casualidad-- salen cuando ya casi solo queda hacer o comprometer presupuestos para el AVE Lisboa-Madrid pasando por Extremadura y nadie propone que se cierren las líneas deficitarias actuales, sino que se pare la extremeña, pues nadie más se da por aludido. Por muchos datos con los que nos quieran liar, me perdonarán que les dé unos para que situemos las magnitudes. En España se llevan invertidos más de 50.000 millones de euros en AVE, de los que 1.000 corresponden a la línea extremeña. En el año 2004 se aprobó entre Portugal, España y la UE construir las líneas de AVE y mercancías internacionales que conectasen Lisboa y Madrid pasando por Badajoz, con un presupuesto de 4.000 millones de euros y se dotó de alta financiación europea, para que estuviese en funcionamiento en el 2010. En ese tiempo se construyeron otras líneas de AVE, entre otras la de Madrid-Barcelona, que costó 9.000 millones con un sobrecoste de 5.000 millones de euros y después se prolongó hasta la frontera francesa con otro coste de 3.700 millones. Hace una semana se inauguró la línea de metro L9 de Barcelona, que tiene un coste de 6.000 millones de euros, y ha tenido un sobrecoste de 3.700 millones. Comprenderán que no puedo, ni podemos aceptar, que ahora se quieran arreglar las cuentas públicas a costa de volvernos a mantener aislados a los extremeños, a cambio de alguna compensación de urgencias para comprar la conformidad y la espera perpetua.

Creo que ha llegado el momento de decir no, y de gritar bien fuerte ¡AVE YA!. Y exigirlo con toda la fuerza, en todas partes y con el riesgo de resultar pesados. Si muchos lo hacemos lograremos que los que tengan que decidir lo hagan posible antes del 2020. La sociedad civil tiene también que asumir su papel y presionar.