Hace unos días nos dejaba Pedro Montero, El Avisador de Badajoz. Se podría escribir mucho de su faceta como maestro, por la que recibió en 2007 la Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio de manos de la ministra de Educación, tras su jubilación y en reconocimiento a sus 40 años de docencia. Se podría escribir mucho de su faceta promotora del deporte, especialmente del balonmano, de su participación en la Semana de Extremadura en la Escuela, de su faceta de investigador y escritor de temas etnográficos y culturales, de su faceta de ciudadano comprometido e involucrado con la mejora de su entorno. Y de su faceta personal conciliadora, amistosa y de concordia. Se han hecho varias semblanzas de él y en este espacio ya lo hizo magistralmente Juan Manuel Cardoso.

Pero si hay que destacar una faceta en la que ha tenido un alcance universal ha sido con El Avisador de Badajoz. Lo que empezó como un juego experimental, distribuyendo noticias y comentarios por internet a una lista de amigos, se convirtió en un medio de difusión masivo que llegó a alcanzar más de 8.000 visitas diarias. Durante diez años, del 2005 al 2015, consultar el blog de El Avisador de Badajoz se convirtió en una necesidad si se quería saber lo que iba a pasar o había pasado en la ciudad. Con la mayor humildad y con un estilo muy personal narraba y comentaba con todo detalle su presencia en actos culturales, o de toda índole. Desde por la mañana a la noche. Con el conocimiento del detalle y la profundidad de haber estado allí y con la investigación de lo que rodeaba al acto. Comentaba lo que se encontraba por la calle, fuese un cartel, una oferta comercial, una situación cotidiana o un comentario que le hacían. Ha permitido perpetuar hechos efímeros dándoles una trascendencia histórica.

Pedro se nos ha ido, pero nos ha dejado muchas de sus obras para siempre. Y sin duda sus miles de páginas del blog de El Avisador de Badajoz se hacen imprescindibles para conocer esa década. Sería necesario que se hiciesen las copias de seguridad precisas para que eso no se perdiese. Desde aquí me sumo a la petición de que la ciudad dedique una calle en su memoria y como reconocimiento de lo mucho que dio a Badajoz.