El 6 de abril de 1812 terminó el cuarto y último asedio que en solo dos años sufrió Badajoz. La ciudad había sido sitiada por el ejército anglo-portugués bajo el mando de Wellesley. 3.000 soldados murieron en pocas horas. Fue uno de los episodios más sangrientos de la Guerra de la Independencia y Badajoz se negaba a rememorarlo porque fue devastador. Pero como decía ayer Carlos Sánchez Rubio, «sin el recuerdo perdemos nuestras raíces».

Sánchez Rubio fue el encargado de guiar una visita organizada por la Concejalía de Turismo denominada Día del Recuerdo, en colaboración con la Asociación Histórico Militar Alfonso IX. La intención de los organizadores es instituir este día como una forma de recordar no solo este último asedio sino a todos los soldados que murieron defendiendo o intentando conquistar la ciudad y a los vecinos que sufrieron las consecuencias. La visita partió de la explanada de la Biblioteca de Extremadura. Asistieron una treintena de visitantes que conocieron los escenarios del asalto de 1812 en el orden inverso de los hechos: primero la torre de Santa María donde se puso la bandera de Badajoz Day, salieron hacia el exterior por donde escalaron los soldados la muralla, bajaron hasta el parque de la Legión, la galería de Fusileros, el baluarte de San Pedro, el de la Trinidad, donde se abrieron las brechas principales, para terminar con una ofrenda floral en el parque de los Sitios. Flores para no olvidar.