Este mismo diario publicaba hace unos días lo que todos estábamos deseando leer y escuchar: que Badajoz va a estar como el platillo donde el cura pone la hostia durante la eucaristía, es decir, como la patena. Y no lo decía cualquiera, sino Francisco Cortés , el jefe de servicio de FCC, la empresa que desde hoy mismo se hace cargo de la limpieza de Badajoz.

Y es que no hay nada mejor para entenderse, que hablar en el mismo idioma.

La información no dejaba lugar a dudas sobre el cambio que puede experimentar la limpieza en Badajoz. Y las primeras muestras las estamos viendo estos días con los nuevos contenedores de basura orgánica. Unos auténticos mamotretos, que como mobiliario urbano dejan mucho que desear, pero que te dan la medida de lo que puede ser el nuevo servicio de recogida de basura. Y más al verlos junto a los antiguos contenedores. No me extrañaría que ese haya sido el efecto que se ha buscado al hacerlos convivir durante unos días. Porque lo cierto es que esos enormes y flamantes contenedores hacen que veamos, si cabe, más sucios, más viejos y más míseros, los que había hasta ahora.

De hecho hace unos días presencié otra imagen que me hizo pensar en el antes y el después de la limpieza en Badajoz. Un hombre, integrante de alguna patrulla de limpieza, se afanaba en limpiar, él solo, la acera de Fernando Calzadilla, equipado con un pequeño recogedor y un triste cepillo. Su figura encorvada y su lento caminar, contrastaba con el majestuoso tamaño y el ímpetu que parecen desprender los nuevos contenedores.

Contenedores soterrados en el centro, nuevos camiones, e incluso, operarios que van a recoger a domicilio la basura de aquellas personas con impedimentos para sacarla. Y sobre todo, el compromiso de que el 90% de la basura se va a recoger durante la noche.

Sólo nos queda esperar a ver los resultados de la privatización del servicio de limpieza y, por supuesto, colaborar para mantener limpia la ciudad.