El paso de un año a otro nos conduce a reflexiones que se hacen más profundas cuanto más avanza el tiempo. Acostumbrados a convivir con el tópico de que el tiempo todo lo devora, vamos cayendo en la cuenta de que, en realidad, eso es así y nos vemos atrapados en una espiral de incertidumbres y sinsabores que nos consume. En la hora del balance, otro tópico, miramos hacia atrás con amargura o satisfacción, que todo depende del color del cristal con que se mire, y le unimos al propósito de enmienda la voluntad por emprender nuevos proyectos. Algunos, optimistas, creen que lo mejor está por llegar y, otros, piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo cierto es que el futuro no existe, el presente tiene sus altibajos y el pasado es manipulable, con lo cual cada uno puede disponer como quiera.

Los años que acaban, por eso mismo, porque acaban, no son buenos, aunque hayan sido verdaderamente malos. Cuando un año se va ya no se recupera. No se recupera ni siquiera la oportunidad de rectificar. Si fuimos felices, no sabemos si volveremos a serlo y si la desgracia llamó a nuestra puerta, tampoco sabemos si alguna vez se marchará. Mientras tanto, somos, las personas, tan predecibles que, o bien intentamos vivir al día, sin saber a qué nos conduce semejante conducta, tal vez pelín temeraria, o bien nos atrincheramos en rebeldías desfasadas, protestas inabarcables y revoluciones de todo a cien. O sea, que la vida pasa y antes que dedicarle el tiempo, las fuerzas y el talento a lo que realmente merece la pena, hay quienes se embarcan en cruzadas estériles que, con los años, sólo añadirán amargura a su curriculum.

El partidismo, la ideología como razón suprema, el oportunismo a espuertas, la pelea permanente, la vana locuacidad, el culto a sí mismo, el enfrentarse a todos, la vanidad o la soberbia no merecen ni un segundo de nuestra atención si ello va a contaminar la salud, la familia, los amigos, la solidaridad o el trabajo que realmente dignifica. Volviendo a Campoamor: "¿Qué es preciso tener en la existencia?/ Fuerza en el alma y paz en la conciencia". Sólo siendo buena persona se puede llegar a ser bueno en todo lo demás. No hay balance o proyecto que pueda superar una propuesta así.