El verdadero gordo de la lotería, con su lluvia de millones incluida y tan repartida como la del tradicional sorteo navideño de ayer, nos lo la trajo también esta semana la justicia europea con la sentencia que obliga a la banca española a devolver el dinero de las llamada cláusulas suelo.

Aquí no ha habido niños de San Idelfonso sacando bolitas. Sino un Tribunal, curiosamente de fuera de nuestro País, que una vez más viene a tirarle de las orejas al sistema financiero español por cobrar de forma abusiva e ilícita a sus clientes.

El caso de las cláusulas suelo nos recuerda mucho a las preferentes. Hay cientos de personas que ni tan siquiera sabían que en su contrato hipotecario aparecía esa cláusula. Incluso aquellos que a raíz de la primera sentencia decidieron reclamar, llevan años intentándolo y no siempre con éxito. Llueve sobre mojado. Luego que no se lamenten por tener tan “mala prensa”, sobre todo en la opinión pública más que en la publicada.

Y comprobarlo es tan sencillo como salir a la calle y hacer una pequeña encuesta. Estoy segura que no encontraríamos a ni una sola persona que tenga una opinión favorable de los Bancos. La sensación generalizada es que la banca nunca pierde. Y si lo hace ya está el Estado para rescatarla.

No soy experta, pero tampoco hace falta ser muy lista para intuir que la mala reputación empresarial de nuestro sistema financiero no es lo mejor para la marcha de la economía.

Así que no estaría mal que comenzarán a mostrar su cara más amable devolviendo voluntariamente el dinero a esas miles de personas que se lo reclaman sin esperar a la decisión de un juez.

En Navidad la ilusión nunca se pierde.