La denominación de un núcleo de población no suele ser casual, ni surge por generación espontánea, sino que es producto de las circunstancias en que se originó el asentamiento de sus habitantes. Es el caso de muchos barrios de la ciudad, cuyos nombres tienen un porqué, no siempre conocido.

El Gurugú se llama como el monte del Gurugú, en Marruecos, donde tuvo lugar una de las batallas más sangrientas de su independencia. En algún momento, esta barriada de Badajoz recibió este nombre por tratarse de un lugar conflictivo, y alguien pudo decir "esto parece el Gurugú", apunta Moisés Cayetano, doctor en Historia y portavoz municipal socialista.

El Progreso pudo recibir su denominación por la llegada del ferrocarril, circunstancia que también dio nombre a la barriada de La Estación. En esa misma zona, para muchos es desconocido que La Uva son las siglas de Unidad Vecinal de Absorción, habilitada en los años 50 como solución transitoria, que con el paso del tiempo se hizo definitiva. En Las Moreras había, al parecer, muchos de estos árboles.

A los vecinos de Suerte de Saavedra no les gusta que a su barrio lo llamen Las Malvinas, nombre que se le puso por la guerra de estas islas. Sus habitantes prefieren acordarse de que Saavedra era el dueño de los terrenos, como Manolo Llera fue el propietario de esta finca en la carretera de Olivenza y también el caso del Cerro de Reyes. Sin embargo, en esta última denominación, la historia es más compleja, según cuenta Luis Pla, gran conocedor de las cuitas de la ciudad. Reyes era en realidad el padre de José Bas Rojas, que compró el cerro de don Baldomero, como se llamaba entonces. Pepe Bas era transportista y corredor de mulas, se hizo "riquísimo" y compró muchas tierras, entre ellas el cerro de don Baldomero. De aquellas fincas, la primera parcela que vendió fue donde se construyó el Perpetuo Socorro y el Materno.

Antonio Domínguez no fue, sin embargo, el dueño de los terrenos sobre los que se asienta este barrio, sino un sacerdote que actuó de corredor de las parcelas y, al parecer, no siempre con buenas artes.

A veces no hay historias detrás. La Luneta se llama así por la construcción defensiva en forma de luna. Las Vaguadas por la disposición de los terrenos y el cerro del Viento por las corrientes de aire. Otros barrios son advocaciones a santos y vírgenes: San Roque, María Auxiliadora, San Fernando o Santa Marina.