La investigación histórica requiere de método, de fuentes y de bibliografía y, claro, de alguien capaz de interpretar y combinar las informaciones obtenidas de unos y otros lugares. Las fuentes, los documentos originales, están donde están, cuando se han conservado, y, en general, son ahora más accesibles de lo que eran. La Informática ha hecho mucho. Poco a poco van colgándose en internet documentos imposibles de alcanzar, o casi, no hace demasiado tiempo. Otra cosa es la bibliografía.

La organización del Estado en comunidades autónomas ha dado lugar a un fenómeno curioso --y previsible--. Las investigaciones históricas se han cuarteado de forma artificial, adaptándose a los límites de cada comunidad. Son raras las administraciones regionales o locales que hayan financiado estudios sobre temas de fuera de sus límites. Y eso ha sido una fatalidad, porque las demarcaciones actuales no tienen nada --o poco-- que ver con las antiguas y, en general, limitan artificiosamente el área investigada, produciendo visiones muy parciales. Y eso ha desenfocado las conclusiones, restándoles valor. Y, además, se ha tendido, de modo casi inconsciente, a primar los trabajos que exaltaban épocas en las que cada región brilló. O se afirma haber sido así. Y por eso se han multiplicado las publicaciones sobre ciertos períodos. Por primera vez, según las regiones, se ha echado mano del período árabe. Ahora, en Badajoz, se glorifica, sin saber muy bien por qué, al reino aftasí; en Sevilla, al abbadí; en Granada, a los Ziríes y, en Toledo, a la familia del rey al-Mamún. Sin renunciar, eso sí, al concepto de Reconquista. El razonamiento es: fueron muy importantes, pero menos mal que los echamos.

Todo este proceso tiene aspectos positivos y negativos. ¿Y esto qué tiene que ver con Badajoz? Pues, sencillamente, esta ciudad no está fuera del mundo, aunque a veces lo parezca, ni es ajena a las corrientes generales de opinión, lleguen o no tarde. No crean que lo de Almossasa y del reino de los Aftasíes es original. Son manifestaciones locales --y localistas-- de procesos más amplios. Y la digestión -o indigestión- de las investigaciones históricas les sirven de catalizador. Por eso las bibliotecas y la bibliografía son importantes, para salir del círculo vicioso.