Cuando se edita un nuevo trabajo de Historia -también de Arqueología- lo primero que hace cualquier interesado es revisar el índice y la bibliografía. El índice, para conocer el tema de la obra, la amplitud y la concreción de su enfoque y, al mismo tiempo, su novedad. Así se comprueba el método empleado por el autor, los razonamientos en que apoya sus argumentos y si, finalmente, establece una tesis nueva o traza sólo un estado de la cuestión. Del índice suele depender el interés del hipotético lector por ir más allá.

El ojeo de la bibliografía traída a colación es otra cosa y constituye la piedra de toque para los profesionales. Los trabajos ajenos citados en un estudio --no es ético mencionar lo no leído-- hablan por sí mismos de su calidad. Indican, primero, cuáles son los conocimientos idiomáticos del autor --cuestión fundamental--, la amplitud de su formación y, en última instancia, las bibliotecas visitadas. Internet ha mejorado este aspecto, pero en modo alguno lo ha resuelto. En definitiva, no es de fiar una investigación que sólo alude a libros en español y, si me apuran, sólo editados en la región y que, al establecer las necesarias comparaciones, ignora lo publicado fuera. Malo. Todo eso es indicio de poco conocimiento, de poca movilidad y, en definitiva, de poca calidad. Por eso comencé esta serie mencionando al japonés que buscaba en Barcelona los libros leídos por Gaudí. Era una manera de saber con certeza la originalidad del gran arquitecto.

Y, ahora, otra cosa. ¿Quién comprueba la calidad de las memorias históricas incluidas en los proyectos de intervención en monumentos, que son como libros? ¿Son las comisiones encargadas de fallar los concursos competentes, más allá del análisis de las partidas económicas y del cumplimiento de las normativas? ¿Cuántos historiadores tiene en plantilla el Ministerio de Fomento? La memoria ganadora de la última rehabilitación de la Alcazaba tenía confundida hasta la bibliografía, ¿quién juzgó ese aspecto? ¿O esos informes son decorativos? A ver qué ocurre con el plan director del recinto amurallado de Badajoz. De entrada ya hay quien ha hablado de "recinto Vauban". Mal empezamos. Es una cuestión de bibliografía leída. Ya consultaremos los papeles.