TSte celebró hace unas semanas el día de la bicicleta. Buena idea, aunque no original. Badajoz reúne, por su relieve, unas condiciones excepcionales para que esos vehículos se conviertan en protagonistas de nuestras calles. Salvo en el núcleo del casco antiguo casi todo es llano y cualquiera puede moverse sobre dos ruedas sin demasiado esfuerzo. Y no sólo por hacer deporte.

Badajoz no ha tomado conciencia de que es una ciudad importante. Ciento cincuenta mil habitantes no la convierten en una urbe, tampoco en una aldea, pero se empeña en seguir comportándose como un pueblo. Y eso no es malo, en algunas ocasiones. En otras provoca una cierta risa. Que las autoridades de Madrid se pronuncien por el carril-bici, aunque luego apenas hagan esfuerzos por desarrollarlo, no es aceptable, aunque puedan comprenderse los problemas que la medida implica. Pero en Badajoz, no. Ocurre que las autoridades no han montado en bicicleta desde su adolescencia o sólo lo han hecho, por diversión, en días feriados. No se les ha pasado por la cabeza que el acto de montar en bici pueda convertirse en algo regular, cotidiano y seriamente alternativo, dentro de la ciudad y para desplazamientos cortos.

Algo se ha hecho, es verdad, pero es muy poco y todavía con más afán de parecer que otra cosa. Estamos demasiado apegados al automóvil que, es cierto, da mucha libertad, pero nos esclaviza. Se apodera de nuestras ciudades, contamina, nos hace gastar un dinero continuo y siempre inútil y nos mata, por accidente y, sobre todo, por atrofia.

Estamos en un momento decisivo para apostar por la bicicleta como medio de transporte público. Ni digo único, ni digo general. Hay cosas que caen por su propio peso: el recorrido entre el centro y la ciudad universitaria o entre aquél y Cerro Gordo --esa isla habitada en medio del pacífico sur--. No pienso que nada de esto sea utópico. Sólo hay que ver cómo solucionan sus problemas las ciudades civilizadas --sostenibles--. De verdad, no con gestos cortos. Al fin y al cabo esto no es Toledo, ni se trata de ganar el Premio de la Montaña. ¿Está recogida esta idea en el Plan Estratégico?