Un solo niño, León de Corral, y 74 niñas inscritos en el III Campus Internacional de Gimnasia Rítmica Nuria Cabanillas realizan actividades que pretenden fomentar la mejora de sus condiciones técnicas y una convivencia satisfactoria entre jóvenes provenientes de clubes de toda España y de un club portugués. El único participante varón parece querer emular al protagonista de la película británica, que luchaba contra todo con tal de conseguir su sueño de bailar.

León de Corral es un niño de Mérida de cinco años que, acompañado en este campus por su hermana Amparo, de nueve, se encuentra totalmente integrado en el grupo y no siente que lo que hace sea inhabitual. "Los chicos son una nueva imagen para este deporte y de ellos podemos aprender muchas cosas", aseguró Carolina Pascual.

León no había practicado antes gimnasia rítmica, pero sí había tomado clases de ballet. Amparo, su hermana, también está inscrita en este campus, pero León no necesita apoyos para sentirse integrado porque según sus monitores es "un puro nervio".

Para los gimnastas no fue la de ayer una jornada normal porque por la mañana recibieron la visita del consejero de Deportes."Aprovechad esta oportunidad para aprender", manifestó a los participantes Carlos Javier Rodríguez. El consejero presenció uno de los entrenamientos acompañado de Nuria Cabanillas, directora y coordinadora del campus, quien le explicó cuáles eran las actividades que desarrollaban diariamente en La Granadilla. "Agradezco a Nuria que desarrolle esta iniciativa. Ella es un referente del deporte", dijo el consejero.

Los niños, que hacen dos sesiones de entrenamiento todas las mañanas, se dividen en varios grupos y dirigidas por una profesora aprenden el manejo de los aparatos, cómo coordinar los movimientos de su cuerpo y a sacar el máximo partido a su elasticidad. Carolina Pascual, medalla de Plata olímpica, es una de las profesoras que enseñan a las niñas todo lo aprendido durante su carrera. "Yo entrenaba cuatro horas al día con siete añitos". Pero los profesores no pretenden este nivel de exigencia para sus alumnas del campus, sino que desean que puedan perfeccionar sus condiciones y experimentar una vivencia personal que recordarán siempre.

La integración de las portuguesas era otra de las preocupaciones de la organización. Mariló Flores, monitora del campus, explicó que no ha sido difícil "porque algunos de los monitores no hablamos portugués", contó.