Los padres de alumnos, profesores y los propios escolares del colegio público Santo Tomás de Aquino, ubicado en San Fernando, ya pueden respirar tranquilos porque la decisión está tomada. El bloque de pisos que invade el patio del centro educativo y que durante años ha causado numerosos problemas en el colegio, los más preocupantes en relación a la salida de aguas fecales, va a ser derribado por el ayuntamiento, propietario del inmueble. Estos pisos eran antiguamente viviendas destinadas a maestros, se han venido utilizando también para realojar a familias como solución provisional, pero en estos momentos están totalmente deshabitados.

La decisión fue adoptada ayer por la Junta de Gobierno Local, que aprobó la demolición de este edificio formado por 12 viviendas en 6 alturas, situado en el número 26 de la avenida de Carolina Coronado, por importe de 76.435 euros. El portavoz del equipo de gobierno, José Antonio Monago, destacó la importancia de esta actuación porque el inmueble ocupa una parte del patio del colegio y además el bloque se encuentra "en muy mal estado".

El director del colegio, Carlos Tejero, mostró ayer su satisfacción tras conocer esta decisión aunque desconocía si la parcela se iba a conceder al colegio para que se puedan ampliar y mejorar las instalaciones, pues se trata de un centro muy antiguo que no cumple el decreto de mínimos en cuanto a los metros cuadrados por alumno. En este sentido, Monago reconoció que la comunidad escolar necesita más espacio para los niños y que se trata de una propiedad municipal con un volumen de edificación pero la decisión es derribarlo y no edificar más para que la parcela resultante la gane el centro como espacio de esparcimiento, en atención a la reivindicación de los padres, que durante años se han venido quejando de la situación del colegio por la presencia de este edificio.

El portavoz popular informó de que los técnicos municipales pretenden hablar con la comunidad escolar para acordar la fecha del derribo para no interferir en el desarrollo de las clases, aunque ya aventuró que podría hacerse durante las vacaciones de Navidad. La duración del derribo puede ser de diez días.

Cuando las viviendas del edificio que va a ser derribado estaban ocupadas, había malestar en el colegio porque caían muchos objetos al patio desde los pisos. Más tarde, surgió un problema mayor porque salían aguas fecales, que no se llegó a solucionar porque no se encontró el origen, lo que motivó las protestas de los padres de los alumnos, que llegaron a manifestarse.