Reformas en la sanidad

Es raro que cuando nos sucede algo, sobre todo si es sobre salud, no lo critiquemos y está bien; es el bien más preciado y debemos luchar por conservarla, pero también es cierto que somos pocos dados a valorar lo bueno que tenemos. Por desgracia, he tenido que visitar las salas de necropsia del hospital Infanta Cristina y he comprobado las mejoras que se han hecho, y aunque no es un sitio agradable, sí hay que decir que son óptimas.

Esto hay que decirlo, y presumir de la residencia para las familias de los enfermos, de la cual nuestra región es pionera, permitiendo que el descanso y el aseo, que bastante desgracia es estar fuera de su casa y dormir en un sillón. Sólo hace falta dar una vuelta por el clínico para comprobar las mejoras que unos pocos meses se han producido, por lo que felicito a cuantos hacen posible una estancia más grata en el hospital, y al consejero.

Y siguiendo con la sanidad, tengo un amigo que espera un trasplante. Antes de saber lo que se siente ante un problema de este tipo la mayoría somos reacios a donar nuestros órganos, o los de nuestros familiares más queridos, aunque al sitio al que van no harán ninguna función.

Creemos que nunca vamos a ser los protagonistas, al igual que creemos que nunca seremos víctimas de un robo, una violación, un accidente y salimos de casa convencidos de que eso no puede ocurrirnos a nosotros, Y no caemos en la cuenta de que nadie es inmune a nada de esto, que hoy le toca a mi amigo, mañana me toca a mí y pasado puede que te toque a ti.

Tenemos por costumbre mirar a otro lado cuando surgen estos temas y yo me pregunto, ¿habrá alguien que nos exija llegar completos donde vamos una vez muertos? ¿Habrá algún requisito que diga que debemos estar enteros para ocupar ese ataúd donde nos meten una vez llegado ese momento? Si tenemos en cuenta que cada día optamos más por la incineración ¿qué sentido tiene que nos quemen con todos los órganos, si éstos pueden servir para salvar a otros o mejorarlos?

Espero no herir a nadie con estos comentarios, pero lo cierto es que mi amigo, al día de hoy, después de pasar las navidades, sigue esperando ese órgano, con un poco de suerte su enfermedad le dará plazo hasta el verano y ¡ojalá! que para entonces haya gente más sensibilizada.

ANTONIA MAARQUEZ ANGUITA. Badajoz