Vivir solo no es lo mismo que sentirse solo. Poder tener a alguien con el que hablar, a quien contar preocupaciones o inquietudes que no se pueden compartir con quien vive bajo el mismo techo es una salida crucial para seguir adelante. Con el fin de mitigar la soledad de las personas mayores, el Teléfono de la Esperanza de Badajoz pondrá en marcha a partir de septiembre el programa Escuchando a nuestros mayores.

Las personas que quieran participar tienen que inscribirse, de manera totalmente gratuita (llamando al 924 222940). Deben hacerlo los mayores, no sus familiares A cada inscrito se le asignará un voluntario que se encargará de llamarlo una vez a la semana en su turno, en el horario que al beneficiario le venga bien, para preguntarle cómo se encuentra, si necesita algo o simplemente para hablar, para que le cuente su día a día. Esta iniciativa se pone en marcha como novedad en Badajoz pero ya se ha desarrollado en otras comunidades autónomas.

El Teléfono de la Esparanza de Badajoz tiene una veintena de voluntarios. María del Carmen es una de ellas. Según su experiencia, «los mayores tienen una sensibilidad especial» y en muchas ocasiones llaman porque necesitan desahogarse. «La soledad no es solo no tener a nadie, pues casi siempre hay vecinos, primos o hijos, pero puede que no se tenga desahogo con nadie para no provocar disgustos». En su opinión, es cierto que hay mucha gente que vive sola y hay otros que no lo están pero por sus circunstancias se ven solos. De hecho, estadísticamente, la soledad es la causa que más se repite en las llamadas que atiende el Teléfono de la Esperanza.

Lo que se busca con este proyecto es un trato cercano y personal a los mayores que se inscriban y que sea siempre el mismo voluntario el que los atienda. También los mayores podrán llamar cuando lo necesiten y serán escuchados por la persona que en ese momento esté al teléfono. «Es una escucha activa, no se juzga ni se dan consejos, solo se orienta», explica María del Carmen, quien apunta que hoy en día los jóvenes tienen sus móviles llenos de amigos con los que comunicarse a través de muchas aplicaciones. No todos los mayores saben usarlas y siguen usando el teléfono para conversar. Esta voluntaria describe la realidad: «el teléfono da mucha compañía, pero hay que tener a quien llamar».