La calle San Juan, antigua vía comercial de Badajoz y emblemática en la ciudad porque era nexo de unión principal entre la plaza de España y la plaza Alta, actualmente ha perdido todo el esplendor de antaño con tan sólo cinco comercios activos.

«La dejadez de la calle San Juan no es de ahora, ya van muchos años y ha ido a más», afirma Francisco Medrano, propietario de la droguería El Globo. Según Medrano, esta droguería es conocida «de toda la vida» en la ciudad y eso le compensa para estar situada donde está. El propietario asume que no le conviene trasladarse.

Por otro lado, en los Ultramarinos Cano, un negocio a pleno rendimiento regentado por los mismos dueños desde hace 25 años, Ascensión Flores y Celestino Guerra, la situación se asemeja a la de su vecino, les compensa su ubicación por el poco o mucho turismo que haya, dependiendo de la época del año, y por ser conocidos en la zona. Además, en su caso particular, el local es de su propiedad.

Unos catorce locales de esta calle, que hace algún tiempo habían sido negocios rentables, presentan hoy un aspecto lamentable, con suciedad y escaparates totalmente abandonados, tapiados o cubiertos de papeles, mostrando la cara más penosa de su particular historia.

A pesar de esta situación de dejadez o abandono, algún comerciante se atreve a abrir nuevos negocios. Es el caso Jorge García Espín, que regenta otros dos locales de esta calle, ambos situados junto a la Oficina Municipal de Turismo. Este empresario paga 450 euros al mes por cada local y no tiene gastos de energía desorbitados, ya que trae de fuera los productos artesanos que vende (por ejemplo, los pasteles portugueses y el pan, que es fresco cada día). Con este método se ahorra el consumo energético de un horno industrial y de esta manera sus gastos se reducen considerablemente. Además, el edificio donde se encuentran sus establecimientos fue reformado por el ayuntamiento y está completamente nuevo. Según él mismo dice «estoy en el límite», entre la zona que todavía es bastante comercial y de mucho tránsito y la que no lo tiene apenas, a pesar de la cantidad de locales cerrados que se encuentran a lo largo de toda la calle si el paseante se detiene a contemplarlos.

Parece que, de forma paulatina, estos dos comercios, sobre todo el que está dedicado al jamón, resto de embutidos del cerdo ibérico, quesos (el establecimiento cuenta con 50 variedades distintas, todas ellas extremeñas) y, en última instancia, aunque no por ello menos importante, los vinos, salen a flote gracias a la calidad de los productos y al tránsito turístico habitual.

En el último año han cerrado, no obstante, dos locales más, dejando a la calle San Juan casi en orfandad absoluta: un comercio de forja genuinamente extremeña y una tienda de telas de amplia trayectoria en la ciudad. Claudia Tejidos ha sido la última en echar el cierre por la jubilación de su propietaria. Con un alquiler tan asequible, es posible que otros comerciantes pacenses quieran dar el paso y revivir la calle que hace unas décadas fue emblema de la ciudad.