Cada época del año contiene un amplísimo repertorio de coplas y canciones relacionadas preferentemente con el tiempo litúrgico: villancicos navideños, cánticos cuaresmales, o bien en torno a las faenas campesinas: la siega, la trilla, la recogida de la aceituna, la vendimia… Pues bien, los denominados Carnavales, que preceden al recogimiento de la Cuaresma como preámbulo de la Semana Santa, generan un amplio bagaje de canciones que han evolucionado con el devenir de los tiempos. En la época medieval y en la renacentista el tema argumental giraba alrededor del ayuno y abstinencia establecido por la iglesia católica como sacrificada disposición a vivir la rememoración religiosa. Es decir, con la reducción de la ingesta de alimentos en determinadas fechas y con la prohibición de alimentarse con carne durante los viernes de cuaresma.

De ahí que ese aspecto predominara en el tema argumental de las coplas carnavalescas, de las que selecciono una de las más famosas, una obra polifónica del gran músico y poeta Juan del Enzina (1468- 1529), contenida en el Cancionero de Palacio, textualmente: «Hoy comamos y bebamos/ y cantemos y holguemos/ que mañana ayunaremos./ Por honra de San Antruejo/ parémonos hoy bien anchos/ embutamos estos panchos/ recalquemos el pellejo/ que es costumbre de concejo/ que todos hoy nos hartemos/ que mañana ayunaremos».

En los Cancioneros de los grandes folkloristas extremeños -García Matos, Bonifacio Gil, Ángela Capdevielle; algunos más actuales como González Tornos o Ramírez García y otros muchos, figuran numerosas coplas de carnaval que, dada la época, apenas trascienden de la comidilla local, dada la limitación de noticias exteriores, mientras que en la actualidad se expanden también sus contenidos, sobre melodías igualmente modernas, aparte de las inventadas, a connotaciones de índole nacional e internacional, merced a las informaciones de los masivos medios de comunicación, predominando la crítica social desde las perspectiva, más o menos exarcebada, del humor.