El proceso de canonización de 35 mártires de la Diócesis de Badajoz, todos asesinados en la provincia en 1936, acumula más de ocho años de espera en Roma, donde el entonces arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, acudió en marzo del 2011 para la apertura de las cajas que contenían toda la documentación recogida durante la fase diocesana, que había culminado en octubre del año anterior.

La delegada Episcopal para las Causas de los Santos, María Jesús Grajera, reconoce que, aunque estos procesos son largos y pueden prolongarse durante años, el iniciado en la diócesis pacense acumula más retraso del esperado. En estos momentos se está elaborando la positio, que es un informe que realiza el postulador en Roma con la documentación recibida de la fase diocesana. En el retraso acumulado ha tenido que ver, según explica Grajera, que ha habido tres postuladores que, por distintas razonas, lo fueron dejando. «Esto ha retrasado bastante la positio, aunque ya se llevaba hecha una parte», explica.

Tanto con el tercer postulador como con el actual quedaron en que desde la diócesis pacense se contribuiría en lo posible en adelantar el procedimiento. Una vez finalizada la positio, tiene que revisarla el relator y hacer correcciones. Después debe ser aprobada por teólogos, posteriormente por cardenales y finalmente es el Papa el que firma el decreto para declararlos beatos.

La lista está conformada por 35 nombres, de los cuales 27 eran sacerdotes, 2 seminaristas, 4 religiosos y una pareja de laicos: un matrimonio de Cabeza del Buey que fue asesinado en Zalamea de la Serena: Moisés Méndez-Benegassi García Mora y María Luisa Sánchez Arévalo García Mora. Del listado inicial fueron excluidos dos religiosos cuyo proceso ya se estaba llevando en Madrid, donde fueron martirizados.

La Delegación para la Causa de los Santos del arzobispado logró reunir 115 testimonios de otros tantos testigos que avalaron las circunstancias de la muerte de estas personas. Además de las sesiones recogidas en Badajoz y en pueblos de la provincia (porque había testigos que no podían desplazarse), otros declararon fuera de la diócesis mediante exhortos a los obispados correspondientes. En la mayoría de los casos eran testigos de oídas, ya que los directos habían fallecido o eran muy mayores, pero se lo contaron a sus familiares. El proceso diocesano culminó en octubre del 2010 tras cuatro años de investigación.

Este mismo procedimiento se lleva en otras diócesis y en algunas ha culminado. Ya habido dos beatificaciones de grandes grupos, una en Roma de 498 mártires y la última, que se celebró en Tarragona, de 522, a la que acudieron 25.000 peregrinos de toda España, en octubre del 2013. Grajera apunta que además, en algunas diócesis se han beatificado grupos más o menos numerosos.

Otros procesos de beatificación iniciados en la de Badajoz han sido los de Luis Zambrano y Rafael Sánchez, venerables desde el 2016. Ahora queda por demostrar un milagro atribuido a su intercesión para que puedan ser declarados beatos.