Se habla de cantinela cuando un comentario se repite con una insistencia que resulta molesta e inoportuna. Es lo que está ocurriendo en el Ayuntamiento de Badajoz con el reproche dirigido al equipo de gobierno por la liberación de los 14 concejales que lo conforman, seis más que en la anterior legislatura, y por el incremento de los cargos de confianza.

El alcalde Francisco Javier Fragoso ya dejó entrever en el último pleno que esta crítica reiterada por parte de la oposición le resulta cansina y tener que repetir, una y otra vez, los mismos argumentos que sostienen lo insostenible. Fragoso cree -porque le conviene- que no es bueno estar constantemente hablando de sueldos de políticos y de responsabilidades acordes a los salarios, sino que a los ciudadanos lo que hay que trasladarles es la acción de gobierno y si el ayuntamiento está funcionando. En el pleno, el alcalde volvió a dar explicaciones no solo a la oposición, sino también a una vecina que acudió en el turno de preguntas reservado a los ciudadanos. Esta mujer, que hablaba en nombre de Redes Cristianas de Badajoz, criticó la liberación de tantos concejales y el aumento de cargos de confianza, una decisión que no comparten quienes conciben la política como un servicio público y conviven a diario con personas que generosamente dan su tiempo y sus habilidades personales y profesionales en favor de colectivos desfavorecidos, como tampoco entienden el aumento del gasto que va a suponer en un ayuntamiento con la cantidad de necesidades acuciantes que proliferan en esta ciudad.

Fragoso le respondió con los mismos argumentos que ha esgrimido desde que trascendió la decisión del tripartito, en cuanto a la necesidad de cargos de confianza en un ayuntamiento en el que han aumentado los grupos políticos con representación municipal y la conveniencia de la dedicación de los concejales, por la dificultad de compaginar la actividad pública con la labor al margen del ayuntamiento. Por enésima vez insistió en que ha sido consecuente porque es lo que siempre ha defendido y que el único objetivo es que la ciudad funcione mejor. Lo puede repetir mil veces y demostrar su hartazgo por tener que hacerlo, pero no por ello va a convencer a los que siguen pensando que la ciudad funciona con menos concejales liberados y personal a dedo y que el nexo que mantiene unido a un gobierno tan heterogéneo es la seguridad de sus integrantes de que a final de mes percibirán una nómina por ejercer responsabilidades que aún está por ver que cumplirán.

Les gusten o no al PP, a Ciudadanos y a Vox, las críticas de los electores no van a enmudecerse, ni parece que tampoco la oposición vaya a dejar de echar en cara este derroche.

Será difícil que los ciudadanos lo olviden, pero hasta dentro de cuatro años no podrán valorar a través de las urnas si realmente el sueldo que se han autoasignado ha sido merecido. También la oposición puede seguir usando este argumento, que no por manido dejará de ser cierto. Pero una vez conformado el nuevo gobierno y superados los lamentos por los acuerdos que pudieron ser y no fueron, es hora ya de encarar la legislatura, retomar proyectos pendientes que no han pasado de ser anuncios, de agilizar actuaciones que solo existen en titulares de prensa y de afrontar necesidad para las que los vecinos de esta ciudad urgen soluciones. De uno y otro lado, es ahora cuando los responsables municipales tienen que demostrar si saben negociar y si son capaces de llegar a acuerdos que no se midan solo por la rentabilidad política.