TEtl pasado miércoles se celebró un Festival Flamenco en el Centro Penitenciario de Badajoz, pero no pudimos asistir. Nos denegaron la credencial desde Madrid, a este, y otro medio de comunicación que sepa la que escribe y suscribe, y no pudimos disfrutar del cante más libre, en el lugar más adecuado para sentirlo.

Me hubiera gustado escuchar el cante del 'Fefo' , Paquillo de Graná , Juan Antonio Rodríguez , Miguel Orrego , Manolo Pardo y 'El Madalena' . Todos acompañados de la guitarra de Joaquín Muñino . Cuentan que fue 'de arte' y que luego algunos presos hicieron sus cantes sobre el escenario. Hubiera disfrutado viendo la cara de los que a través del flamenco pudieron arañar esa tarde, 'un poquito de calle".

Aires livianos, letras de arraigo, tangos de tradición en tardes otoñales, que si a una le resultan melancólicas, no quiero pensar como deben ser para aquellos, que ven transcurrir sus días imaginando como podrían ser las suyas, si hubieran evitado el error. Ninguna oportunidad mejor que esa, para escuchar una carcelera. Cante primitivo que arranca del que las canta, sufrimiento, drama, y encierro.

Pero como dice la letra: 'A la reja de la cárcel, no me vengas a llorar. Ya que no me quitas pena, no me las vengas a dar'; no seré yo la que amargue el dulce del buen cante, a esos, según me cuentan, más de 300 hombres que sintieron en voces de fuera, sufrimientos propios. Y aunque la cárcel ya no es lo que era, la falta de libertad siempre será lo que es y de ahí la importancia de Festivales como éste. Aunque sin duda, lo más importante es que a los testigos del día a día que somos los periodistas, no se nos niegue el poder verlo.

Más que nada, para no tener que escribir columnas como ésta con más sentimientos que datos, y con más ganas que recuerdos. No vaya a ser que sintiendo esa falta de libertad a los periodistas nos de por entonar carceleras. Y ya verían, de ahí si que no se escaparía nadie. Aunque quisieran.

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