Jesús López Santana sabe de lo que habla porque ha trabajado muchos años en Cruz Roja. Ayer por la mañana, cuando sacó a pasear al perro, descubrió junto a los contenedores de basura soterrados que existen en la plaza de Santa Ana, que alguien había abandonado, en el suelo, dos bolsas llenas de paquetes de comida. Según calculó, podrían contener unos 15 kilos fundamentalmente de legumbres, garbanzos en concreto. Algunos procedían del Fega y otros de distintas marcas. Alguien que había recibido esta ayuda alimentaria decidió despreciarla y en lugar de dirigirse a algún comedor social o devolverla al lugar donde la había recibido, la tiró directamente para que nadie la pudiese aprovechar. Lo que hizo López Santana fue recogerla y llevarla al convento de Santa Ana, para que al menos las monjas hagan buen uso de estos alimentos.

Lo ocurrido ayer es una excepción. Así lo cree la presidenta del Banco de Alimentos de Badajoz, Carmen De Aguirre, quien explicó que los productos del Fega los reparte tanto el Banco como Cruz Roja. Aclaró que el Banco de Alimentos no distribuye comida directamente a los beneficiarios, sino que lo hace por intermediación de colectivos, a los que exige que un trabajador social dictamine que realmente la necesidad existe y se realizan inspecciones.