La adecuación del polideportivo municipal Las Palmeras en Badajoz para acoger a personas sin hogar y trasladar a las que ya estaban en el albergue de la calle Bravo Murillo fue cuestión de días, con esfuerzo de todas las administraciones e instituciones implicadas, como solución urgente motivada por el confinamiento por la crisis sanitaria. Entre 49 y 50 personas conviven en estas instalaciones. En Cáritas, que gestiona este recurso, no están dispuestos a devolverlas a la calle y propone dar continuidad a la atención que están recibiendo. La solución pasa por poner en marcha un albergue permanente en el centro de la calle Bravo Murillo, ahora cerrado, que en los últimos inviernos solo ha funcionado coincidiendo con la ola de frío.

Francisco Maya, delegado de Cáritas Diocesana Mérida-Badajoz, pasa muchas horas diarias en el pabellón, que cuenta con 3 auxiliares por la mañana, otros 3 por la tarde, uno por la noche y un vigilante para cada turno, además de un médico y dos enfermeras. La financiación corresponde a la Dirección General de Servicios Sociales de la Junta de Extremadura. Los acogidos son personas que vivían en la calle «con todo tipo de problemas»: enfermedades mentales, adicciones y «con muchos años de desestructuración personal».

Durante el confinamiento están recibiendo atención sanitaria por parte del médico y la enfermera junto con el centro de salud de El Progreso. Maya quiere agradecer a la gerencia del área de salud de Badajoz la ayuda que está prestando en este proceso. Además, dos trabajadores sociales de Cáritas están estudiando cada caso individualmente para buscar posibles salidas. Los usuarios participan en talleres, asambleas y en actividades de ocio. «Agradecen lo que se está haciendo por ellos, pero también está siendo duro», especialmente para quien ha tenido que cortar una adicción, y eso que algunos están con metadona y un médico del Cedex realiza un control dos veces a la semana. «Están recibiendo una atención integral como nunca han tenido», refiere Maya.

Por eso Cáritas ya ha planteado a la directora general de Servicios Sociales, Carmen Núñez, dar continuidad a este trabajo que se viene haciendo con las personas sin hogar. Por una parte verán cuántos pueden derivar al Centro Hermano de Badajoz y al Padre Cristóbal de Mérida. De hecho, ya se han trasladado dos y lo harán todos los que estén dispuestos. Maya calcula que podría reubicarse una docena. Son conscientes de que habrá uno grupo que no querrá irse a ningún centro, pero otros tantos podrían volver a las instalaciones de Bravo Murillo. Cáritas ha propuesto que, al principio, que ya es inminente, este centro del Casco Antiguo se adecúe para que puedan permanecer todo el tiempo, no solo para cenar y dormir. Según Francisco Maya, la directora general se ha mostrado «muy receptiva» a que la Junta pueda afrontar junto a Cáritas este proyecto de continuidad. «Creemos que es lo mejor para estas personas, pues de no hacerse así se daría marcha atrás, tanto sanitaria como socialmente, si ahora se les pusiera en la calle sin más».

Ya se está elaborando el proyecto y esta semana mantendrán una reunión para «poner fechas» al cierre de Las Palmeras, la reapertura de Bravo Murillo y el traslado a los otros centros. Maya calcula que sería a mediados de mayo.

La reapertura del centro de Bravo Murillo requiere su adecuación y podría ser una solución inmediata, aunque después se buscase otra a más a largo plazo, incluso en otra ubicación. Maya defiende la necesidad de que Badajoz cuente con un albergue «de emergencia» bien estructurado, pues Caritas ya dispone de dos centros de acogida donde se les realiza un seguimiento y cuatro viviendas para personas con un proceso de inserción más avanzado.

A LA CALLE / El delegado de Cáritas es consciente que entre los ahora acogidos en Las Palmeras habrá personas que irremediablemente volverán a la calle. Estima que podrían ser unas veinte y otras 30 serían acogidas en sus dos centros y el albergue de Bravo Murillo. Por Las Palmeras han pasado 70. Unos se han marchado por propia voluntad, otros han recibido una renta y se han alquilado una vivienda, hay quien ha sido trasladado a Don Benito, otros a sus pueblos de origen o los han acogido sus familias e incluso ha habido que echar a personas por peleas.

Maya asegura que el ambiente en Las Palmeras es bueno, con solo algunos problemas puntuales de convivencia. Los primeros quince días fueron más duros, hasta que todo se puso en funcionamiento. En su opinión, es muy importante el seguimiento médico diario. Todos tienen ya su historial y reciben medicación «y eso es un logro». Además han adquirido hábitos de higiene, se duchan y se les lava la ropa. De ahí la importancia de darle continuidad, pues aunque por desgracia el origen de este recurso ha sido la pandemia del covid, también ha supuesto una «oportunidad» para poder trabajar con estas personas.