Mientras un Badajoz anda en polémica sobre si la Federación del Carnaval ha perdido el sentido al pedir dinero por desfilar y participar en la tamborada de Santa Marina, y si ésta actúa al dictado de augures municipales que se la tienen jurada a la Falcap por su guerra en pro del museo que reclaman, otro Badajoz se prepara para escapar de la fiesta ese puente, dado que no ha podido hacerlo todo el tiempo que han durado los ensayos y que dura la bronca.

Parece que la directiva de la Falcap anda fondona en el drible frente a una delantera veterana que, si bien tampoco tiene cinturita de plexiglás, sí es veterana en hacer que el equipo contrario se meta goles en puerta propia. La federación de las comparsas no ha podido ser más torpe en su planteamiento, y los munícipes han descendido al purgatorio --¿o ascendido?-- de una cháchara que a lo mejor se ha alimentado con otros fines y sin nada de imparcialidad. Entre tanto, el edil José Ramón Suárez propone un pacto por el Carnaval que, si tanto importa la fiesta, podría tenerse en cuenta, por mucho que venga de la oposición, y acabar con la tontería. Y de paso, con la leyenda de un supuesto carnaval clandestino.