Podría ser el cartel anunciador de un circo, de un espectáculo de payasos en el palacio de congresos, de una obra de teatro infantil en el López e incluso la etiqueta de un detergente que cuida los colores, evita que se mezclen en la lavadora y los mantiene tan brillantes como el primer día.

Salvo por el puente Real pequeñito que aparece en uno de los arcos de otra estructura que asemeja cualquier otro puente y por el colorido camalote que flota en la parte inferior, el cartel anunciador del Carnaval de Badajoz 2019 carece de referencia alguna a la identidad pacense. El Carnaval de Badajoz cuenta con numerosas peculiaridades y características que lo convierten en único. Pero su traducción en el cartel anunciador no da siempre con la tecla. ¿Será porque los autores no solo no son de Badajoz sino que no conocen su carnaval?

El concurso del cartel anunciador no debe ser un mecanismo para seleccionar la mejor técnica, sino la imagen que de manera más acertada transmita el mensaje que se pretende anunciar. Puede que entre los trabajos que se presentan no haya mucho donde elegir y no sea fácil para el jurado decidir año tras año el diseño que mejor sirva para retratar una fiesta que aspira al título de Interés Turístico Internacional. Alguien apuntaba en las redes que el cartel del 2019 parece un trabajo escolar. Es lo que tienen las redes: permiten que cualquiera pueda expresar su opinión. En esta cuestión hay tantos gustos como colores, pero quizá sería buena idea para una próxima edición del concurso, que el ayuntamiento sometiese a votación de los ciudadanos la elección del cartel que promociona una fiesta tan arraigada en la ciudad, que precisamente se caracteriza por la participación. Podríamos tomar nota de Santa Cruz de Tenerife, donde son los vecinos los que eligen el cartel mediante votación en internet a partir de una selección previa.

A la última edición del concurso se han presentado 29 propuestas. No conocemos las otras 28. No sabemos si alguna reflejaba la realidad del Carnaval de Badajoz: la fiesta popular en las calles, la energía y originalidad de los artefactos, el alto nivel de las murgas en el López de Ayala, la espectacularidad del multitudinario desfile de comparsas (cuyos trajes, música y bailes son tan característicos), la ambientación del sábado en el paseo de San Francisco, el macrobotellón en San Atón o la animación en el entierro de la Sardina de San Roque.

Echando un vistazo a la serie de carteles que año tras año se eligen como imagen de presentación de la fiesta, la conclusión es que no todos han acertado. No todos se identifican con algún encuadre de cómo se celebra realmente el Carnaval en Badajoz. El Carnaval de Badajoz no es un antifaz barroco de Venecia, ni la samba de Río Janeiro, ni las reinas del Carnaval chicharrero, ni el teatro Falla de Cádiz. Cada carnaval tiene sus peculiaridades, difíciles de resumir en tres palabras o de aglutinar en un cartel. Pero ahí debe estar el trabajo de quien lo diseña: currarse una imagen que realmente se identifique con la fiesta que anuncia, y no limitarse a sumar tópicos y elementos que aunque pertenezcan a la ciudad a la que se refieren, no tienen nada que ver con el motivo del anuncio. Quizá las bases del concurso deberían dejar claro este requisito y si el material concurrente no cumple las expectativas, declararlo desierto y echar mano de profesionales. Pero no de los que se dedican a ganar concursos por todo el país, sino de los que además de dominar un programa de diseño, se han empapado antes de lo que están retratando.