Todos tienen la ilusión de estrenar una casa nueva pero afrontan con desigual ánimo su nueva vida. Ayer se entregaron 58 de las 69 viviendas de Protección Oficial que la Inmobiliaria Municipal ha construido junto al parque de San Fernando, resultantes del derribo de uno de los grupos de las llamadas Casas del Cebadero. 47 han sido para los antiguos inquilinos de estas viejas casas o sus descendientes, 2 para profesores de las viejas viviendas de los maestros, 3 para discapacitados y 6 para familias que vivían en pisos en la carretera de Sevilla que expropió tras la riada la Confederación Hidrográfica del Guadiana. Quedan 11 pisos que se tendrán que sortear.

Todos serán vecinos.

Entre los antiguos inquilinos de las Casas del Cebadero hay quien se queja. Han pasado de pagar 3 euros mensuales de alquiler a afrontar una hipoteca, aunque hay otros que reconocen que su calidad de vida va a mejorar y que han podido comprar un piso a un precio muy por debajo del valor de mercado. Rosario Diéguez (68 años) y su marido Pedro Puerto han vivido 20 años en el Cebadero porque allí estaban los padres del marido. Su hija Alicia ha sido la que ha comprado el piso. Durante 2 años han estado de alquiler en uno que les ha pagado el ayuntamiento. Rosario dice que su nuevo piso es "más bonito" que su antigua casa, aunque aquella era más grande. Pero su marido se queja y dice que "muchos no estamos muy contentos, porque para el ayuntamiento esto es un chollo".

Francisca Márquez y su marido vivieron más de 20 años en El Cebadero. No tienen hijos y deben afrontar la hipoteca con su pensión. Al marido no le gusta el nuevo piso "porque las habitaciones son para grillos" y no les caben los muebles. "Pero sí es muy bonito", añade ella.

Más ilusionado está Juan Luis García (31 años), un joven que va en silla de ruedas que vive en La Uva, con importantes barreras arguitectónicas. En el nuevo bloque había pisos adaptadas y se ofrecieron a personas discapacitadas. A Juan Luis le encanta su nuevo entorno "porque es una zona muy accesible y hay parques alrededor".

La situación es distinta para Salustiano Marabel y su mujer Nieves Sanguino. Vivían en un piso en la carretera de Sevilla, cuya hipoteca estaba a punto de terminar y con el dinero que les dieron por la expropiación se han tenido que hipotecar de nuevo. Nieves es más positiva y dice que al menos es asequible (90.000 euros), "pero quede claro que no nos lo han dado".