La Oficina de Asistencia a las víctimas de delitos violentos ha atendido desde su apertura en Badajoz, en 1999, a 232 persona, muchas de las cuales vuelven varias veces después del primer momento del delito y a todas se les hace un seguimiento durante un año, para ver su evolución y sus necesidades.

Francisco Guillén, oficial encargado de la oficina en Badajoz, en el bajo de la Audiencia, señala que la mayoría de los casos que llegan son de violencia doméstica y malos tratos, sobre todo a mujeres de 30 a 45 años, con problemas de convivencia que se degradan llegar al maltrato. Estas mujeres suelen trabajar en el hogar, sin empleo remunerado y con dependencia económica de su pareja. Los demás son muy variados y de ellos "puede ser víctima cualquiera, hombre o mujer, menor, adulto o anciano", afirma Guillén".

De los 232 casos, 160 son de mujeres, 46 de hombres y 24 de menores, hasta el año 2002, y el número aumenta cada año, desde los 12 del primer a los 105 de éste, "cada vez se atiende a más personas conforme se va conociendo la oficina también por las propias instituciones, que te remiten los casos que detectan".

ORIGEN DE LA VIOLENCIA

El origen de la violencia es muy variado. Prevalecen los malos tratos con 113 casos, seguido de amenazas, coacciones, calumnias e injurias, con 132; 66 de lesiones, 33 asuntos civiles, 18 de daños, 16 abandonos de hogar, 14 robos con violencia y hurtos, 11 sexuales entre agresiones, abusos y acosos, 9 incumplimientos de deberes con la familia, 9 tentativas de homicidio, 6 vejaciones y 2 allanamientos de morada, entre otros.

Para Guillén, "tan importante o más que el número de casos es la calidad de la atención, escuchar sin prisas y acompañar a la persona después de la debida asesoría legal, psicológica y de recursos.

La oficina nace por la Ley 35/1995, de ayudas a las víctimas de delitos violentos y sexuales. En Badajoz cuenta con un oficial y los medios del Instituto Forense en lo asistencial y del Colegio de Abogados para lo legal. Orgánicamente depende del Decanato y funcionalmente de Justicia.

La idea, dice Guillén, "es ofrecer un programa personalizado a víctima de un delito para que se le restituya lo más rápido posible a su estado anterior al hecho punible". El programa se aplica en cuatro fases: acogida y orientación, información, intervención y seguimiento.

"En la oficina se les acoge, escucha y en función de la necesidad de cada persona, se la deriva a tratamiento psicológico, se le presta atención legal y se les informa de los recursos existentes: casas de acogida, de la mujer, justicia gratuita, orientación familiar, empleo; y de ayudas económicas, que en caso de muerte, pasan a los herederos; de lesiones graves con secuelas de más del 33%, incapacidad laboral, o bien se costea el tratamiento terapéutico", indica.

Para Guillén, "es gratificante, sobre todo cuando te escriben agradecidos". Su experiencia es que las víctimas llegan "en muy mal estado, la mayoría; otros no, pero muchos vienen en estado de shock traumático por haber vivido una situación violenta, en casa o en la calle. Lo normal es que vengan con miedo y con ansiedad", afirma.