Un delfín, un tribal, o una letra china son algunos de los dibujos que los niños esperaban tatuarse haciendo largas colas en uno de los nuevos talleres de Vive el Verano : tatuajes de tinta, en el que en unos minutos lucen los dibujos a todo color.

Más de 40 talleres se distribuyen en los caminos del parque de Castelar, por donde los pequeños van pasando a realizar las distintas actividades. Ayer, para ser el primer día, había muchos participantes a pesar de que "se sabe que los comienzos no son buenos y cuesta arrancar", comentaba Joaquín Madrigal, uno de los monitores más veteranos.

Desde hace ya nueve años los veranos en Badajoz son más o menos y divertidos para los chavales. A partir de las once de la mañana comienza el ir y venir de abuelos y padres, que dejan a sus nietos o hijos pasando una mañana divertida y fuera de la monotonía, mientras hacen la compra, van al trabajo o dan un paseo por los alrededores.

A Daniel Gil lo acompañó su abuelo, hacía una cigüeña voladora. "Ya he venido otros años, me trae mi abuelo o mi madre". Francisca García lleva siempre a su hijo, José María Caballero, de 8 años. "Yo me quedo por aquí, él viene a gusto, se relaciona y conoce gente, lleva desde las nueve de la mañana preguntando que cuándo venimos".

"Son talleres con bastante aceptación, los niños se lo pasan muy bien, se entretienen", comentaba uno de los monitores del taller de papiroflexia, José Márquez, que pertenece a la asociación Acaex. También hay espacios para, marquetería, pulseras de cuero, bisutería o atrapasueños. Los más mayorcitos se quejan de que para ellos hay pocas actividades. Luis Carlos Durán y Crístofer Facenda, que aprendían a jugar al ajedrez, decían: "llevamos años viniendo, esto está muy bien, hay muchas actividades, pero no para nosotros".