Viví durante muchos años en un cuarto piso sin ascensor. Era lo que me podía permitir y como me creía joven y audaz nunca me planteé que supusiese un problema. Pero en muchas ocasiones lo fue, no solo cuando tenía que cargar con la compra semanal, sino que resultó un inconveniente para la mudanza y también para los albañiles que se encargaron de la reforma. La vida de los vecinos del bloque cambió cuando se instaló el ascensor, que además revalorizó las viviendas.

Poco a poco en los bloques de pisos que no contaban de esta instalación se han propiciado acuerdos entre los inquilinos para dotarla. Disponer de un ascensor no es un lujo, sino una necesidad y un derecho. Lo es para los vecinos de los grupos de Santa Teresa, más conocidos como de la Soledad, situados detrás del Banco de España, en un lugar privilegiado por su céntrica ubicación, entre la autopista y Valdepasillas. Pero esta situación envidiable no está compensada con la incomodidad de las escaleras que estos vecinos tienen que sortear en cuanto salen de la puerta de sus casas. Estos pisos se entregaron en 1960, fueron los primeros de Valdepasillas y se concedieron a familias en situaciones económicas precarias. Muchos de sus propietarios iniciales aún los conservan, pero para ellos se ha convertido en un suplicio sobrevivir en estas viviendas, en las que se criaron sus hijos, porque ya con edad avanzada, bajar y subir escaleras les complica la vida diaria y se piensan dos veces salir de casa. Tanto es así, que sus hogares se han convertido en verdaderas cárceles. Están castigados sin salir por haberse hecho mayores en pisos que no tienen las dimensiones suficientes para instalar un ascensor en el interior.

Todavía hay vecinos que lo llevan con resignación y alegría y como no les queda otra que salir cada día a llenar la bolsa de la compra, optan por hacer un descansito en cada rellano. Los bloques tienen cuatro alturas más el bajo y tres viviendas por planta. La comunidad del número dos de la calle José María Alcaraz y Alenda impulsó la instalación de un ascensor en su edificio. Era la única salida para que sus inquilinos de mayor edad puedan seguir viviendo en sus casas, aunque ya hay algunos que se han marchado con familiares o a residencias, por la barrera que les suponen las escaleras. La solución por la que optaron en este bloque fue instalar un ascensor exterior, como han hecho ya en Badajoz otros 15 inuebles. En el grupo de La Soledad sería el primero. Muchos trámites y bastantes gastos han tenido que afrontar para superar todo el procedimiento y cuando ya parecía que estaba a punto de ser una realidad, después de tres años de ires y venires, llegó el informe demoledor del servicio municipal de bomberos, que ha constatado que si todos los bloques del grupo acometen el mismo proyecto, el camión autoescala no podría maniobrar llegado el caso de tener que intervenir para rescatar a algún vecino. Para los inquilinos, la intervención de los bomberos ha sido como un jarro de agua fría. La asociación de discapacitados Apamex los ayudó a través de la Otaex a buscar una solución de accesibilidad y una empresa de ascensores ya le había hecho el proyecto. Tanto habían luchado que estos vecinos se niegan a contentarse con una negativa. Asumir el informe de bomberos significa tener que buscar otro sitio donde vivir. No aceptan rendirse. Por eso de nuevo han acudido a la Otaex, para que les ayude a encontrar una alternativa, y desde esta oficina se han puesto en contacto con los bomberos, que no se cierran en banda a encontrarla. Si la encuentran, otros podrán tomar el camino que ellos han allanado.