El arzobispo de Mérida-Badajoz, Celso Morga, ha atribuido al "cristianismo light" de la sociedad actual la falta de vocaciones sacerdotales, una cuestión que, según ha confesado, es uno de los principales retos en su archidiócesis, donde la media de edad de los sacerdotes está entre los 65 y 70 años.

En esta entrevista, el riojano Celso Morga ha reconocido que se ha propuesto como punto principal suscitar vocaciones sacerdotales, "ya que es un problema serio", aunque entiende que no es fácil, "porque estamos en una sociedad con un cristianismo light".

A su juicio, a la Iglesia, desde el punto de vista social y caritativo, se le reconoce una gran labor, "pero es un cristianismo un poco cómodo, de 'no me pida más'", manifestó.

Morga, que tomó posesión de su cargo el pasado mes de noviembre y que durante más de 20 años ha ejercido su trabajo en el Vaticano, entiende, en cierto modo, esta postura, porque el desarrollo económico y social que ha vivido España hace que las exigencias que puede comportar una vida sacerdotal sean más difíciles de asumir.

En cuanto a qué grado de responsabilidad tiene la propia Iglesia en este hecho, por su oposición a asuntos como el sacerdocio de mujeres o el matrimonio homosexual, Celso Morga afirma que la Iglesia "no es una asociación humana en la que puedas cambiar principios o criterios, porque ahora se lleven".

Asegura que siempre se defenderán los derechos fundamentales y el respeto máximo hacia todas las personas, "pero hay principios que no te puedes saltar porque no dependen de la Iglesia como tal, sino del Evangelio y es normativo para la Iglesia".

"¡Qué más quisiera la Iglesia que poder decir que sí al sacerdocio para las mujeres y nos evitaríamos tantos problemas, pero te encuentras con la voluntad de Cristo, de su fundador, y eso no te lo puedes saltar", ha exclamado Morga.

El arzobispo de Mérida-Badajoz afirma que "hay muchas cosas de este tipo que a la Iglesia se le piden cuando no las puede dar, no está en su mano", aunque sí se pueden cambiar los modos de afrontarlos "y no herir o despreciar a una parte, porque está viviendo en una situación que conforme a la doctrina de la iglesia no es regular".

No obstante, sí considera que hay ciertas declaraciones de algunos responsables eclesiásticos sobre estos temas que pueden molestar y ofender y que, por ello, habría que evitar, "porque la persona merece ser querida, amada y respetada".

También ha mostrado su preocupación por la situación política y la falta de acuerdo para conformar un gobierno estable, no solo por su repercusión en la economía y el desarrollo, sino porque hay temas "tan queridos y cercanos para la Iglesia como la defensa de la vida, la libertad educativa o de la defensa de la familia como la concibe la Iglesia, que no están sobre la mesa y no están valorados".