La la convivencia en el interior del centro penitenciario de Badajoz ha mejorado desde que se crearon los módulos de respeto. Los buenos resultados obtenidos ha llevado a triplicarlos en solo cinco meses, igualándose a la mayoría de las cárceles españolas, donde hay varios módulos de este tipo.

Hasta mayo, la prisión pacense contaba con un único módulo de respeto (el módulo 3), en el que entonces había 90 hombres y 30 mujeres, ahora son 360 internos de los 830 que hay en el centro los que están en los tres módulos de respeto. La directora del centro penitenciario de Badajoz, Araceli Servián, explicó que se han ampliado "porque están dando unos resultados espectaculares".

La finalidad de estos módulos, cuya adhesión por parte del interno es voluntaria, es lograr un clima de convivencia y máximo respeto entre los residentes, que participan a través de grupos y comisiones en la vida, las tareas y las decisiones del módulo.

Se han creado tres niveles diferentes, en función del comportamiento y el grado de aceptación de las normas por parte de los reclusos. En el módulo 6 se encuentran los internos que acceden por primera vez a un módulo de respeto, "aquí están de prueba y es donde se empieza a insistir en las normas de conducta", señaló. Si cumplen pueden pasar al módulo 5, que es el segundo nivel, y de éste pueden llegar al módulo 3, que es el más avanzado, "aquí los internos están ya preparados para la vida en semi libertad".

"Puede entrar cualquiera que se adapte a un sistema respetuoso en el que no se puede escupir, no se puede tirar una colilla al suelo, hay que mantener un grado de limpieza adecuado y tienen que resolver los conflictos entre ellos de forma civilizada", según Araceli Servián, quien aseguró que el programa "es muy sencillo, sólo deben comportarse como personas civilizadas". No obstante reconoció que a los reclusos "les lleva más tiempo adaptar las normas de conducta".

Estos internos también deben participar en programas de hábitos saludables y en otras actividades formativas del centro. "Se les exige un mínimo, como que vayan a la escuela y se formen", añadió.

CONTENTOS

La adhesión a estos módulos no reduce la pena, pero contribuye a humanizar y mejora las condiciones de vida dentro durante el tiempo de condena.

"Ellos están contentos, aunque al principio se muestran un poco escépticos cuando les hablamos de organizarse para crear brigadas de limpieza. Se les ve reacios porque los roles penitenciarios los tienen muy arraigados y piensan que dar órdenes es ser un chivato, pero luego se van acostumbrando y se van sintiendo mejor", según Araceli Servián, quien aseguró que "la convivencia es bastante aceptable en esos módulos, sólo hay que entrar para ver la diferencia".

En ocasiones se deja entrar a los familiares y hacen convivencias, "ellos quieren enseñarle el módulo a sus familias".