Hasta seis galgos han aparecido abandonados en poco más de un mes en diferentes zonas de la ciudad, alguno de ellos con heridas provocadas al arrancarles el microchip y todos en unas condiciones higiénicas y de salud lamentables. La voz de alarma la da el responsable del centro de protección animal de Badajoz, Carlos Rosa, quien teme que la situación vaya a peor, pues no es habitual que se produzca un aumento de abandonos de este tipo de perros coincidiendo con la temporada de caza menor, sino cuando esta acaba. «Creemos que puede haber una gran cantidad de abandonos de galgos antes de tiempo», advierte.

A su juicio, el motivo es que los cazadores se están deshaciendo de estos animales porque ha descendido la caza de liebres tras verse afectada esta especie por el mismo virus que ya afectó a los conejos, «por lo que los galgos ya no les sirven y los abandonan», apunta. Sin embargo, cazadores consultados por este diario no comparten esa opinión, pues aseguran que pese al virus, las liebres se siguen cazando y afirman que el aumento de los abandonos de galgos se debe a que muchos de estos perros se roban para participar en carreras ilegales y que cuando ya no reúnen condiciones para competir, los dejan en la calle.

Sea como fuere, el incremento de abandono de galgos está complicando aún más la situación del centro de protección animal, que tiene al completo los 22 cheniles de los que dispone. «Estamos desbordados», asegura Rosa. En las últimas semanas están recogiendo «de uno a dos perros cada día», una cifra muy superior a la de hace unos meses. Así, además de los 22 de la perrera, tiene a otros 15 repartidos entre su clínica, el campo y acogidos por amigos hasta poder encontrarles «una casa digna». En este sentido, el responsable del centro de protección animal apunta que está trabajando con protectoras de fuera y que, de momento, ha podido mantener el sacrificio cero, pero teme que si la problemática continúa «será inviable» no realizar sacrificios. Las adopciones que se gestinan son inferiores a las recogidas y en la perrera hay animales que llevan hasta dos años y medio.

«El esfuerzo para no sacrificar a los perros lo estoy haciendo yo, que cargo con más de lo que me corresponde, porque no hay instalaciones más grandes ni hay protectoras de aquí que nos echen una mano», lamenta Carlos Rosa. La solución, según explica, pasa por el apoyo económico, motivo por el que ha puesto en marcha el proyecto Ayúdanos a ayudar, a través del que pretende recaudar fondos para poder entregar a las protectoras el animal a coste cero, es decir, con los gastos veterinarios cubiertos, que son los que mayor desembolso requieren. «Así es más fácil darles salida para que encuentren un hogar, porque la mayoría de las protectoras no tienen recursos para poder cubrir esos gastos».