Cerro de Reyes y Pardaleras no fueron los únicos barrios afectados por la riada de 1997 por el desbordamiento de los arroyos Rivillas y Calamón, pero cuando se van a cumplir 23 años de aquella tragedia, sí son los que mantienen abiertas aún algunas de las cicatrices que la tromba de agua dejó sobre el terreno. Esas señales son las edificaciones que aún quedan por derribar y los espacios que no se han urbanizado y que al parecer no está previsto que lo sean, al menos en este año.

Así lo entienden los presidentes de las asociaciones de vecinos de ambas barriadas, Miguel García, del ‘Cerro’, y Juan José Martín, de Pardaleras, al no contemplarse ninguna partida específica en los presupuestos municipales de 2020 recientemente aprobados, como también ha denunciado el grupo municipal socilista.

Ambos dirigentes vecinales reclaman al ayuntamiento que se habilite una partida destinada a estos cometidos, para que se pueda poner fin a un escenario «de guerra con el que se da la bienvenida a todos los visitantes que entran en la ciudad por la antigua carretera de Madrid», la BA-020, y cerrar las cicatrices de una vez.

Los dos han coincidido en que es necesario «urbanizar toda la zona que resultó afectada por la riada, con actuaciones públicas y privadas», y creando «zonas verdes con juegos para niños». También en que «los vecinos no quieren seguir siendo los de los barrios de la riada, quieren alcanzar una cierta normalidad ya», y urgen acciones inmediatas para que los barrios afectados superen la memoria de la catástrofe.

Tanto Martín Santos como la anterior presidenta de Cerro de Reyes, Isidra Méndez, llevan años diciendo que «se recuperó antes Europa de la II Guerra Mundial que nuestros barrios de la riada».

Miguel García ha manifestado a este diario que «me parece fatal que no se hayan previsto en el presupuesto los derribos pendientes», que en el ‘Cerro’ son «al menos ocho», pues «para nosotros es una prioridad porque queremos cerrar el tema de la riada».

Así, ha recordado que se derribaron edificaciones «en las calles Tulipán, entera; en Margarita, una parte; la parte que está junto a los regatos; en Santiago, la mitad; en Obispo, entera; donde estaba Talleres Remedios; en Caballero Villarroel, la mitad, y en Arroyo de Calamón, la mitad». También que hay derribos pendientes en la parte antigua del barrio, en la zona baja, frente al hogar del pensionista, de San Vicente Paúl para abajo, o en Cardenal Fonseca.

Miguel García ha señalado que «urge que se urbanice la zona y que se nos dote de servicios, especialmente un centro cívico».

Martín ha incidido en la necesidad de que el ayuntamiento, dado que no hay partida propia para los derribos, «habilite fondos en otros apartados del presupuesto para concluirlos». Y ha vuelto a señalar que «le pedimos que expropie lo que queda pendiente y quien no esté de acuerdo que acuda al tribunal de justiprecio, pero que se cierre ya esta herida».

En Pardaleras queda en la actualidad una decena de propiedades por derribar, incluido un edificio con varios pisos en Giles Ontiveros que siguen habitados, «salvo uno que ya compró el ayuntamiento», dijo.