Aplausos a la entrada del pequeño féretro en la iglesia y aplausos a la salida. Eran aplausos de desolación y apoyo a una familia hundida por la tragedia, el homenaje de un barrio a uno de sus niños de más corta edad.

Numerosos vecinos del Cerro de Reyes llenaron ayer la iglesia de Jesús Obrero para despedir a María del Rocío, el bebé de 11 meses que perdió la vida el día anterior durante el incendio de su vivienda, del que milagrosamente se salvó su hermano de 3 años, José Antonio, que se escondió en el balcón bajo unas mantas. Según informó el SES, el pequeño seguía ayer ingresado en el Materno Infantil debido a la intoxicación por inhalación de humos y "evoluciona favorablemente", recogía el último parte facilitado.

Un grupo de jóvenes estuvo ayer pidiendo en el barrio para poder comprar una corona de flores con la que despedir a la pequeña. Sobre el diminuto ataúd de color blanco reposaba una cruz de claveles blancos, cuya banda estaba firmada por sus vecinos. Otros ramos de flores también blancas rodeaban el pequeño féretro. Los habitantes del barrio, muchos jóvenes y también niños, acudieron masivamente al funeral.

VOLVER ATRAS Durante la homilía, el párroco, Manolo Malagón, intentó consolar a los padres y amigos de la pareja y les pidió que sean fuertes para sacar adelante al hijo que está a salvo. También les aconsejó que "no hay que atormentarse pensando cómo ha sido, porque nunca se sabe cómo vienen las desgracias, suceden y ya está, no podemos volver hacia atrás".

En la primera fila de la iglesia, la joven madre, María Dolores Alvarez, no era capaz de levantar la vista. A su lado, el padre, Francisco Martín Sánchez, vestido de luto, se mostraba aparentemente sereno.

Apoyada sobre el hombro de un familiar, Loli, como la llaman, estaba fundida en lágrimas. Tan delgada, tan niña, no pudo aguantar más y al finalizar el pésame se desvaneció entre los brazos de sus familiares, mientras el pequeño ataúd salía de la iglesia en dirección al Cementerio Nuevo.