TDtesde que en 2006, el gran artista badajocense Gecko Turner publicara su disco titulado 'Chandalismo ilustrado' no habíamos vuelto a toparnos con una prueba casi definitiva del valor de una vestimenta que el cantante local usa de forma habitual, que el dominguero de mercadillo, barbacoa o paseo la idolatra y que el jeque de Dubái -tal vez entre sus fichas iba algo de Gecko, quién sabe si una canción y le gustó- debe creer que está a la última moda. Mohamed Bin Rashid Al Maktum, similar a jefe de Estado en Dubái y primer ministro de los Emiratos Arabes Unidos, se presentó en el aeropuerto de Badajoz con un pedazo de avión como el Air Force One de Obama, acontecimiento aeronáutico solo equiparable a la visita del Concorde de Air France que fue fletado por Caja de Badajoz en 1989.

Cuando las autoridades allí presentes, distendidos pero casi en posición de firmes, enchaquetados y encorbatados, zapatos limpios y la mejor de las sonrisas, vieron bajar por las escalerillas del avión a un señor de barba sutilmente arreglada pero que había cambiado el normalizado Kandura o dishdasha, esa prenda larga y blanca, impecable y sin arrugas, y el gutra, el pañuelo que de forma tan estética cubre las cabezas de los hombres de Dubái, por un chándal de los de toda la vida, un chandalino verde fosforito, arrugado y de procedencia incierta aunque a todo el mundo le resultaba familiar la prenda, no cabe duda de que el hombre no quería alardear de dinero, más allá del avión, sino de la sencillez del desierto. Más allá de la sorpresa inicial de quienes le esperaban, imaginamos que el pedazo de avión ha de tener un fondo de armario que para mí quisiera y que cualquier inversión que haga en Extremadura bienvenida será por el empleo que genera y por cómo nos posiciona en el mapa internacional. Los más atrevidos piensan que están reconquistando con petrodólares lo que perdieron hace casi mil años.

Veremos a ver si el chandalino no trae cola, porque aquí en Badajoz le sacamos punta a todo y el próximo carnaval se acerca. Por lo pronto, el sábado, en la gasolinera barata del Nevero, vi a un payo salir de una furgoneta con un chándal negro con ribetes dorados y casi estuve a punto de decirle que el avión del jeque le había dejado en tierra.