Llega la feria y es San Juan, verano. Con las fiestas del patrón de Badajoz llega el calor, aunque este año, como otros que ya no recordamos, se haya adelantado y si, como se espera, a la falta de agua se suma la torridez de una siesta que ya ha difuminado sus fronteras --para los que puedan--, habrá que huir y buscar algún refugio fresquito. De momento, el efecto del calor y la sequía amenaza con disolver los cerebros y ya descerebrados, se pueden cometer todo tipo de tropelías vestidos de Lacoste.

Esperemos que aquí no se llegue a tanto y todo se quede en sofoco de polvo y mosquitos con ruido de feria de fondo, porque en Madrid, sin feria ni nada, miles de personas aparentemente bienintencionadas se manifestaron contentos y apretaditos contra algo que, en teoría no debería afectarles, a no ser que quieran cambiar todos de acera y todavía no lo saben.

Los gays y lesbianas de Badajoz hallaron algo de frescor en el apoyo de partidos que defienden sus derechos sin ir contra nadie, de otros que se manifestaron ayer, y de colectivos cristianos que soltaron como un chorro fresco de botijo que la jerarquía de la iglesia no representa a nadie.