Al mismo tiempo que en muchas otras ciudades del país y como ya es tristemente habitual cada vez que la banda terrorista perpetra un atentado, el Ayuntamiento de Badajoz convocó ayer una concentración silenciosa al mediodía para repudiar el asesinato del empresario vasco Ignacio Uría Mendizábal.

Alrededor de un centenar de personas se concentraron frente a la fachada del ayuntamiento para guardar cinco minutos de silencio, entre las que se encontraban el alcalde, Miguel Celdrán y varios miembros de la corporación municipal; la delegada del Gobierno en Extremadura, Carmen Pereira; el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil; el delegado territorial de la Junta, José Ramón Suárez; el presidente y el director general de Caja Badajoz, José Manuel Sánchez Rojas y José Antonio Marcos respectivamente; así como el secretario general de CCOO, Julián Carretero y el presidente de la Asociación Extremeña de Víctimas del Terrorismo, Santiago Moriche.

Tras permanecer en silencio, el alcalde quiso intervenir para lamentar que volvían a congregarse en este lugar para rechazar "la sinrazón de unos supuestos objetivos políticos para simular prácticas mafiosas y la violencia como argumento de unos pocos frente a las ansias de paz de la mayoría", al mismo tiempo que mostró su solidaridad con la familia del fallecido y el compromiso de que "estos hechos no serán olvidados".

Celdrán expresó su "más profunda y contundente indignación" por este atentado terrorista y expresó su condena no solo a quienes han apretado el gatillo, sino también "a quienes no han repudiado" este atentado, "a quienes jalean esta barbarie y a quienes puedan sentir la tentación de hacer un uso partidista o político de un asesinato". Para además defender que en el País Vasco y en España una amplia mayoría cree en los valores democráticos y en la paz, por lo que hay que demostrar "a los violentos, que nunca ganarán esta batalla".