No hay manifestación multitudinaria en la que no se entone como cántico. A fuerza de repetirse, se ha convertido en una rima obligada en cualquier concentración de protesta o reivindicativa masiva. «Luego diréis que somos cinco o seis». Es casi un lema. Lo volví a escuchar reiteradamente a lo largo de todo el recorrido en la convocatoria del 8-M en Badajoz. Delante de mí, un grupo de chicas jóvenes sostenía una pancarta y de cuando en cuando coreaban la frase. Me quedé con las ganas de preguntarles si sabían qué significa y a quién iba dirigida. ¿Quién va a decir que somos cinco o seis?

Entiendo que los receptores de este reproche son los medios de comunicación o aquellos contra quienes va dirigida la protesta. Como casi siempre me coge del otro lado, trabajando, pienso que es contra la prensa, como si los periodistas no supiesen contar y les da por minimizar el poder de la convocatoria. Si así fuera, no es verdad. Como las cifras cuentan y en muchas ocasiones se les da más importancia a los números que al mensaje, la prensa se preocupa muy mucho de intentar saber cuánta gente realmente secunda una manifestación o acude a una protesta. Precisamente porque siempre habrá quien reaccione con quejas por no haber sabido contar bien, pues no coincide con el número que la organización maneja o querría haber alcanzado, porque esa es otra. La cantidad es significativa por el respaldo que representa a la causa que se defiende. Cuantos más acudan, más razón tienen. Siempre no es así, pero es una creencia generalizada que si miles están dispuestos a salir a la calle es porque motivos tendrán.

A falta de un contador automático objetivo y fiable, en esto del número de participantes el resultado siempre dependerá, como el color del cristal, de los intereses de quien eche las cuentas. Es absurdo que para que un medio de comunicación pueda informar de una manera objetiva tenga que dar dos versiones, que a veces están tan alejadas que la conclusión pierde totalmente su sentido, que es informar de la verdad. No es posible que los organizadores cifren 4.000 y la oposición, 400.

El cántico de «luego diréis que somos cinco o seis» se seguirá reproduciendo mientras esta lucha de cifras se mantenga como demostración del poder de convocatoria. En la medida de lo posible, los medios de comunicación tenemos que disponer de recursos propios para saber con la mayor seguridad posible cuántos son los que son, sin necesidad de tener que acudir a varias fuentes, casi siempre interesadas.

Pero no porque hayan comparecido cinco o seis deja de asistirles la razón. No siempre la cantidad equivale a la sensatez. Hay convocatorias que fallan, que no atraen a la gente, que no animan a participar y no por ello dejan de ser importantes, muy importantes.

A las prueba me remito y la experiencia no puede ser más triste y lacerante. Cada vez que una mujer muere asesinada por su expareja, el Ayuntamiento de Badajoz convoca un minuto de silencio. Pocas veces se juntan más de veinte en la fachada, tirando por lo alto. Casi nunca los medios se refieren a cuántos son, por lo insignificante. Aun así, no deja de tener sentido esta convocatoria, a pesar de que en esta legislatura se haya utilizado como disputa política y ahora se convoquen dos actos, uno ante las puertas del ayuntamiento y otra ante la Delegación del Gobierno. Eran pocos y encima divididos. Una triste pena. Pero hasta eso queda en un segundo plano. Cuando la causa es justa, cinco o seis son suficientes. Más que suficientes, necesarios.