En 1972, los payasos Gaby, Fofó, Miliki y Fofito protagonizaron la película argentina 'Había una vez un circo'. Han pasado 44 años y las similitudes con la actualidad son más clarividentes que las profecías de Nostradamus. Repetimos elecciones generales y, al paso que va la cosa y las tonterías que dicen unos y otros, volveremos a tenerlas a finales de año. Comentan los expertos en macroeconomía que eso no es bueno pero todo sigue funcionando, los políticos continúan divirtiéndose y aquí, cada día, se retrata más y mejor el personal. Por no añadir que, según qué resultados, la cosa puede ir a peor.

Pero volvamos a los payasos de la tele -aunque fueran cuatro y encontraran en la televisión sus mayores éxitos, me refiero a la familia Aragón- y repasemos con cuidado la letra del principal tema de la película del 72, por si les suena algo: Había una vez, un circo (¿electoral? ¿social? ¿político? ¿ideológico? ¿programático? ¿iconográfico?), que alegraba siempre el corazón (hay que reconocer que muchas de las payasadas dichas, escritas o vociferadas por algunos en estos seis meses han sido los mejores números de circo o club de la comedia nunca antes concebidos), lleno de color (azul, rojo, morado o naranja), un mundo de ilusión (donde el catálogo de ikea es su mayor expresión aunque las promesas electorales, todas, pueden incluirse), pleno de alegría y emoción (el sorpasso, el ansia presidencial, el quítate tú para ponerme yo, el no, no y no, los debates atrincherados, los abrazos socialdemócratas, las declaraciones explosivas o las pasadas de frenada). Sigamos: sin temer jamás al frío o el calor (recuerdo a Espronceda: "y va el capitán pirata / cantando alegre por la popa", como si de una caravana electoral se tratara), el circo daba siempre su función, siempre viajar, siempre cambiar, pasen a ver el circo, otro país (¿Venezuela?), otra ciudad-es magistral, sensacional-somos felices al conseguir a un niño hacer reír (eso sí, los niños ya han pasado de moda; ahora son las falsas amigas, votantes, madres o abuelas que escriben falsas cartas a los líderes).

Bueno es recordar para el día después a Jorge Manrique: "¿Qué fue de tanto galán, / qué fue de tanta invención / como trajeron? / Las justas y los torneos, / paramentos, bordaduras / y cimeras, / ¿fueron sino devaneos? / ¿qué fueron sino verduras / de las eras?"