Se acaba de presentar el nuevo Plan General Urbano del PP, que no se distingue tanto del anterior dado que ambos parten de presupuestos exagerados y disfrazados de previsión, en cuanto al aumento de población, un factor básico para ordenar el territorio para la vida y el desarrollo humanos. Pero sí hay diferencias, para bien y para mal, aparte de que se ofrece el plan como un compendio de buenas intenciones y conceptos reducidos a tópicos. Y no sabemos qué harían PSOE e IU en el gobierno y PP en la oposición.

Los conceptos de ciudad económica y sostenible se contradicen con el factor especulativo, quizás el mayor de la época democrática, y a veces descarado. Reconociendo a este gobierno el avance en materia de parques, árboles, plantas y fuentes, no basta con eso, pues no pretenden resolver los problemas de falta de vivienda barata y de marginalidad, ni el transporte y la movilidad urbana; no hay ahorro de energía, ni creación de espacios, más allá del corredor fluvial --que ya no espera más--, para usos artísticos y de convivencia, por ejemplo. Dejando de momento el casco antiguo, además de los siete puentes, el Ave y la ronda sur, puede quedar bien el perfil urbano de las torres en la margen izquierda. Otra cosa es la gestión de recursos y la falta de proyectos novedosos.