Periodista

El cebadero de cerdos de la carretera de Valverde, cerca de de Carrefour, funciona allí desde los años cuarenta. Entonces no molestaba a nadie y ninguna Administración dio la voz de alarma.

Pero la ciudad creció. La proliferación de viviendas vino acompañada de una mayor oferta comercial en la zona y fue entonces cuando empezó a oler a cerdo. Hasta ese momento nadie se había quejado. Según dijo alguna vez uno de los dueños, antes de edificar el centro comercial no había problemas de olores en esta zona rústica, pero este gran edificio supera en altura la granja de cerdos, y eso origina una bolsa donde se concentra el mal olor. Lo cierto es que hay días que huele más que otros y los vecinos han llegado a acusar a los responsables de la granja de que son ellos mismos los que lo provocan el hedor, para presionar a Carrefour y al ayuntamiento.

También denuncia la asociación de vecinos que la constructora Osuna convence a sus potenciales clientes diciéndoles que el problema del mal olor en Ciudad Jardín se resolverá pronto, porque existe una sentencia judicial que obliga a cerrar la granja. Osuna no miente, pues es cierto que hay una sentencia, el problema es que el ayuntamiento no sabe cómo hacerla cumplir.

Es normal que los propietarios de la granja defiendan su negocio; ellos llegaron los primeros y ahora, como huele mal, les obligan a cerrar porque aseguran que no tienen licencia de apertura, cuando los servicios veterinarios municipales los han estado atendiendo siempre.

En Ciudad Jardín huele mal porque algo está podrido.