TUtno de los estereotipos urbanos más arraigados en el subconsciente colectivo es el del desorden de las ciudades islámicas. Y si alguien no lo tenía claro, seguro que algún viaje habrá acabado por convencerlo de su certeza. Sobre todo si la población visitada fue, por poner un ejemplo, Fez, en Marruecos. Luego, cuando llega el momento de establecer comparaciones con otras de aquí, parece evidente que Toledo tiene un plano tan intrincado debido a la maléfica influencia de los árabes, que destruyeron un mucho más que hipotético y ordenado casco. De origen romano, claro. Pues eso no es así, ni en el primero, ni en el segundo de los casos. Ni siquiera en el enunciado inicial. Quizás juzgamos con demasiada rapidez, pero solemos olvidarnos de que los orígenes de las ciudades no son los mismos, ni se fundaron por los mismos motivos, ni las condiciones geográficas eran idénticas. Si bien, esto último, requiere pocas explicaciones.

Y es que los árabes, ya lo he referido alguna vez, fundaron pocas ciudades. La mayoría se las encontraron ya edificadas y su presencia no siempre provocó un proceso de desarticulación de las tramas urbanas anteriores, como quiere la fantasía occidental, muy influida por la mentalidad colonialista. En ocasiones el trazado anterior se respetó en sus rasgos esenciales. Véase el caso de Damasco --en foto, que, por desgracia, no está el horno para bollos--, donde todavía hoy podemos circular por la misma y larguísima calle central del casco antiguo, la misma que se cita en los "Hechos de los Apóstoles" a propósito de aquel integrista judío que se pasó a los cristianos, ángel mediante. En la planta de parte de esa ciudad se distingue perfectamente el callejero preislámico, inalterado después de bastantes siglos. Una ciudad romana, ordenada, no se convertía necesariamente en una islámica, desarticulada. Hay casi tantos casos como poblaciones y conocemos muchas diferencias evolutivas, no siempre condicionadas por la geografía.

Al llegar las tropas arabo-musulmanas el tratamiento que se daba a las plazas dependía, antes que de otra premisa, del modo de recibir a los conquistadores. Todo esto que describo -y continuará- viene a propósito de Batalyús, porque, de haber existido ya una población, su evolución habría dependido de la posible aplicación de varios paradigmas urbanos diferentes