En el intento de acercarme a la primera forma de Batalyús, continúo escribiendo sobre urbanismo islámico, porque sin tener los antecedentes claros es difícil abordar el problema. Esto podría hacerse desde los hallazgos o, como hasta ahora, desde la historiografía. Pero lo primero es insuficiente sin un modelo al que remitirse y, lo segundo, es enredarse en una casuística peligrosa. Opiniones siempre hay muchas, pero no siempre de peso, porque se trata en su mayor parte de especulaciones eruditas. No sólo no aportan, sino que dificultan. Interpretar un mundo desconocido como el islámico, o sólo comprendido a base de tópicos, crea un telón de oscuridad únicamente sostenido por la fama local, que impide llegar a unos mínimos interpretativos.

Estábamos con Marruecos y me he de referir por fuerza a Mequinez (Meknés). A pesar de que las grandes obras realizadas allí por el gran Mulay Ismail y por su sucesor Mulay Abdallah, a comienzos del XVIII, puedan parecer muy modernas y en absoluto incluidas en el marco de la Edad Media, no debe olvidarse que esa división histórica es aplicable y fue creada para Europa. En el mundo árabe y en sentido institucional y artístico no suele servir, aunque la usemos para entendernos. En mucha medida, el desarrollo de las monarquías árabes, y de la marroquí entre ellas, continuó en el Medioevo hasta prácticamente fines del siglo XIX. Por eso me fijo en la citada capital de Marruecos, porque su estructura consagra un modelo que venía repitiéndose en el Lejano Occidente africano desde hacía siglos y se malinterpretaba por la inveterada costumbre de achacar a lo islámico una incapacidad casi patológica para el orden y el planeamiento. Y resulta que Mequinez, por sus muy peculiares circunstancias históricas sirve de ejemplo para obras muy anteriores. Y no sólo del Magreb, también de al-Andalus. Es el caso de Batalyús y, en otra medida, de Tulaytula. Aunque esta última ciudad parte de unos antecedentes distintos, porque ya era muy importante en época tardoantigua y el impacto allí de la islamización se produjo, en apariencia, de un modo muy diferente. Ya he explicado la falta en nuestro ejemplo de urbanismo previo. Y, además, el que se creó aquí lo fue casi por casualidad. Sin estar previsto de antemano. Pero aplicando una receta conocida y, hasta ahora, poco documentada. Quizás se siguió una fórmula campamental.