Hay dos momentos en la creación, no digo fundación, de la ciudad de Batalyús. El primero, en 875, cuando el famoso Abd al-Rahman b. Marwan se refugió en estos andurriales, aunque no estemos completamente seguros de que fuera en este lado del río y no al norte, como pretendió después, si creemos a quien recopiló la obra del cronista Ibn al-Qutiyya. Parece que levantó entonces algún tipo de defensa, pero no es tan seguro y la Arqueología no ha aportado ninguna datación absoluta, sólo relativa. Este hecho tuvo lugar durante el reinado de Muhammad I (852-886), a quien tocó lidiar con la creciente insurrección de las oligarquías locales, que no fue capaz de erradicar Abd al-Rahman II (792-852). El segundo momento hubo de tener lugar entre 880 y 890. En Qurtuba reinaba ya Abd Allah I (844-912), quien luchaba a brazo partido con la inestabilidad general de al-Andalus, que se conoció como primera fitna (= revolución). Habían pasado muchos sucesos entre la primera etapa de refugio, que nada indica fuese acompañada de intención fundacional alguna, y la segunda.

Ni el emirato, ni el rebelde occidental eran capaces de llevarse el gato al agua y acabaron por pactar. En ese brumoso momento puede fijarse la creación de la nueva ciudad. Es verdad que algún cronista afirma la destrucción de Batalyús, por obra de un general omeya, pero eso no añade nada al problema que nos ocupa, salvo si consideramos una primera posible edificación en algún punto al norte del Guadiana, lo que es muy poco probable. Desde luego, no en el cerro donde se alza el fuerte de San Cristóbal. De estar el primer refugio del rebelde musulmán en el cerro de la Muela ¿qué relación había entre éste promontorio y el flamante y necesariamente pequeño casco urbano? ¿qué modelo urbano, de entre los posibles, se adoptó, aceptando que cualquier vestigio anterior, si lo había, no debió condicionar las nuevas trazas? Podríamos pensar que fue el prototipo acuñado por las fundaciones bizantinas en la antigua frontera romano-persa del Eufrates. Es decir, alcazaba+medina, engarzadas la una en la otra de modo excéntrico. Eso creíamos hasta ahora. La poca arqueología ejecutada en Badajoz empieza a dar respuestas. La más chocante es que entre la Alcazaba y el casco primitivo hubo, hasta, por lo menos, el segundo tercio del siglo XII, una gran franja de terreno vacía, sin edificios.